domingo, 20 de septiembre de 2015

Desaparecidos del Polisario en el Sáhara Occidental

(Luis Aguero Wagner, Siglo XXI) La causa del Sáhara Occidental tiene sus propios desaparecidos, y no se trata precisamente de partidarios del Majzen.

La historia de la familia de Rachid jalil Ahmed tiene mucho en común con otras de países donde predominó la violencia política y la intolerancia por razones políticas e ideológicas. Solo que la suya está sucediendo en pleno Siglo XXI, cuando toda la parafernalia propagandística y mediática de la cultura contemporánea intenta convencernos que las ideologías están sepultadas.

Pude entrevistarlo para esta columna a través de contactos solidarios en las redes sociales, personas conocedoras del sufrimiento de los pueblos del desierto sahariano, que se siguen debatiendo entre los espejismos ideológicos, las penurias de sus carencias materiales y la brutal represión de las autoridades del Polisario. 

Me relató que su padre, Jalil Ahmed Braih, fue décadas atrás nada más y nada menos que jefe de inteligencia del Polisario, además de director propagandístico, director de una radio oficialista y jefe del gabinete de ministros del “único líder” perpetuo de los saharauis, Mohamed Abdelazis. Fue responsable de la Seguridad Militar y Civil de los campamentos y primer secretario, director de medios de comunicación y otras dependencias de la prensa saharaui. Hombre de vasta cultura, graduado en psicología social y filosofía, y soldado leal a su causa. Tanto que hasta lo demostró permaneciendo en prisión por sus convicciones. 

Jalil Ahmed Braih fue fundador y destacado dirigente del Frente Polisario, desde 1978 hasta principios de los años 90 Sin embargo, un buen día, mientras se encontraba de gira ofreciendo conferencias en Argelia, desapareció sin dejar rastros.

Hoy Rachid jalil recorre el mundo golpeando puertas de todas las organizaciones de Derechos Humanos, sin realizar discriminación alguna. En España, muchas de estas organizaciones de Derechos Hunanos se cruzan de brazos porque son simpatizantes del Polisario, y reciben financiación argelina para sus actividades.

¿Qué harían los españoles si un día desapareciese un alto funcionario o ministro de la administración de Mariano Rajoy? ¿Si de él no supiera nada su esposa ni sus hijos? ¿Seguirían confiando en su gobierno? 

Hace siete años que la mujer y los ocho hijos de Ahmed no saben absolutamente nada de él. 

¿Qué opinan al respecto las organizaciones españoles de las cuales se aprovecha Abdelazis para vivir como un jeque petrolero? ¿Cómo es posible que las desapariciones de personas, como las que ocurrieron en países como Argentina hace unos cuarenta años, sigan sucediendo en un mundo que ha cambiado tanto desde aquel tiempo? 

Es que como lo expresa el periodista Vincent Soriano, "El problema es que los dirigentes saharauis son los mismos que hace 40 años", y agrega: "allí no ha habido nunca elecciones". Los políticos "se han montado una vida en la que tienen delegados en todo el mundo y viven como dioses gracias a la ayuda internacional”. 

Curiosamente, estos represores de su propia comunidad, enemigos de la modernidad y la democracia, siguen teniendo el apoyo de un abanico de organizaciones de izquierdas, y activistas políticos de un país occidental, culto y bien informado como España.

Sea cual fuere la idea que albergan en sus mentes aquellas que desean prolongar esta historia valiéndose del confusionismo, deberían saber que tienen los días contados. Marruecos ha avanzado en su asimilación del Sáhara Occidental al punto que se permite organizar elecciones en ese territorio, con la participación de varios partidos y sin excluir a tribus como pretende hacerlo el Polisario. 

Las noticias indican que en el Sáhara Occidental ha triunfado el nacionalismo marroquí más radical, en desmedro del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD). El partido Istiqlal, que ha sido uno de los grandes derrotados al no ganar ninguna de las grandes ciudades de Marruecos, ha tenido en el Sáhara su compensación al triunfar en la región de El Aaiún y la de Dajla-Bujador y en las alcaldías de El Aaiún y Bujador. 

Para los enterados, estos resultados significan que el nacionalismo marroquí se encuentra más fuerte en el Sáhara que en otras regiones de Marruecos, echando por tierra toda pretensión de cuestionar la legítima posesión de ese territorio.

La cartas están sobre la mesa, y el tiempo dirá por cuánto tiempo más podrán sostenerse el doble rasero informativo español para el Sáhara Occidental.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Terrorismo autorizado por la frágil memoria

(Luis Aguero Wagner, Siglo XXI) El premio Cervantes Juan Goytisolo había criticado hace ya décadas, en su libro “El Problema del Sáhara”, al gobierno de Argelia por su mal disimulado apoyo al Frente Polisario, y a los españoles por ser incapaces de discernir un nacionalismo auténtico como el marroquí de un montaje argelino en el desierto que se vale de marionetas.

Entre otros campeones del doble rasero están las ONG que como en buena parte del mundo, se manifiestan ruidosamente sobre problemas que en el fondo no desean solucionar porque perderían la fuente de sus ingresos.

Goytisolo citaba al arabista español Serafín Fanjul, quien refiriéndose a los líderes saharauis afirmaba que “No hay que ser grandes observadores para constatar que el Polisario proporciona, a precio muy barato, una pancarta izquierdista e cara a la galería de unas bases que piden radicalización y encuentran moderadísimas actitudes en el orden español interno…Es útil hablar de las metralletas que esgrimen los otros mientras se aguarda el maná que viene de Europa Central”.

Se objeta muchas veces el trato dado por las autoridades de Marruecos a exponentes de ONG que lucran con el conflicto del Sáhara, pero los españoles pocas veces se han preguntado qué harían sus autoridades si Francia hubiera decidido apoyar las acciones de ETA, cobijando a sus cuadros en su territorio y brindándole apoyo logístico y propagandístico.

También podrían preguntarse cómo tratarían las autoridades españolas a un vasco llegado desde la frontera francesa que declarase en el aeropuerto de Viscaya que es de nacionalidad vasca y que su destino es la república de viscaya.

El doble rasero se aplica también al problema de Gibraltar, rechazando la ocupación británica, pero justificando si se trata de las plazas de Ceuta y Melilla, negándose a aceptar la realidad de los hechos por la misma vía de Franco y Carrero Blanco cuando hablaban de la “irrenunciable” presencia española en el Ifni y el Sáhara. 

Frágil memoria española

El 24 de Septiembre de 1985 el presidente del gobierno español Felipe Gonzalez partía rumbo a México y New York, cuando fue abordado por la prensa española. “Espero que la liberación de los pescadores se produzca hoy o mañana, pero hasta que no se resuelva el problema humano no voy a hacer ningún tipo de manifestación de otra naturaleza”, señalaba en alusión al ataque sufrido por el pesquero “Junquito”, cobardemente agredido por el Frente Polisario en aguas marroquíes, pocos días antes. 

Guillermo Batista Figueroa, de 63 años, casado y con tres hijos, era contramaestre de El junquito, y fue la mortal víctima del ametrallamiento. La embarcación pacífica quedó varada en el lugar del suceso, y en su casco se apreciaban cuatro orificios por encima de la línea de flotación. Estos Impactos habían sido originados desde tierra, "de forma instantánea", por una ametralladora de 12,7 milímetros y por unas granadas anticarro.

Los seis tripulantes sobrevivientes de la embarcación fueron secuestrados, y una profunda consternación embargó los espíritus de los que seguían los hechos por la prensa.

Pero la sed de sangre del Polisario todavía no se había aplacado con la de Batista.

El 21 de septiembre de 1985 mientras buscaba al pesquero "Junquito", el patrullero español Tagomago P22 recibió 48 impactos de entre 12,7 y 106 mm desde costa, lamentando la pérdida del Cabo Segundo José Manuel Castro Rodríguez. Se destacó la notable labor del Alférez Médico D. Antonio José Acosta Martínez, quien salvó la vida de varios heridos. Al frente de una dotación de 28 hombres de que constaba esta patrullera, figuraba un teniente de navío apellidado Olmo, que ordenó a su nave alejarse del lugar.

Ambos navíos españoles, el Junquito y el Tagomago, fueron atacados a 1,5 millas de la costa sahariana, en una zona marítima cercana a la frontera entre el antiguo Sáhara español y Mauritania, donde existìa la ventana de seguridad (zona de guerra) más alejada al sur del territorio del Sáhara occidental administrado por Marruecos.

El Frente Polisario jamás negó los ataques, e incluso llamó a la redacción del diario El País de España para reivindicarlos. Era el agradecimiento que recibía Madrid pocos meses después de haber votado, en las Naciones Unidas, una resolución favorable al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

Como derivación de los graves hechos Ahmed Bujari, representante del Frente Polisario para Europa, fue detenido el 2 de Octubre de 1985 por la policía española y luego conducido al aeropuerto de Madrid-Barajas, desde donde fue expulsado de España.

Pero los incidentes del Junquito y el Tagomago distan mucho de haber sido los únicos.

El 29 de noviembre de 1978, activistas saharauis asaltaron el Cruz del Mar y asesinaron a siete de sus 10 tripulantes. Los otros tres lograron salvar la vida arrojándose al mar. El 3 de noviembre de 1980, el pesquero grancanario Mencey de Abona desapareció a escasas millas de las costas del Sahara. Un mes más tarde el cadáver de Domingo Quintana, uno de los 17 tripulantes del barco, apareció flotando en el mar, atado de pies y manos y con signos evidentes de haber sido brutalmente golpeado y estrangulado antes de ser arrojado por la borda. Los cuerpos de sus 16 compañeros jamás fueron recuperados.

El 10 de enero de 1976 dos potentes bombas colocadas por los saharauis hicieron explosión junto a la cinta transportadora de fosfatos al paso de un convoy civil que se dirigía a El Aaiún. El conductor de uno de los vehículos, Raimundo Peñalver, falleció en el acto, y otros tres trabajadores españoles -entre ellos Francisco Jiménez, el padre de Lucía- resultaron gravemente heridos.

La explosión dejó ciego y sordo a Francisco, que falleció en 2006, un año antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reconociera, demasiado tarde, su condición de víctima del terrorismo. Numerosos españoles asesinados, heridos o secuestrados por el Frente Polisario, pese a haber ganado demandas judiciales, aún aguardan reparación moral e indemnización económica.

Aunque por estas fechas se cumplieron ya casi tres décadas desde los incidentes del Junquito y el Tagomago, el Frente Polisario, con la ayuda económica de Argelia (que pretende una salida al Atlántico), sigue amenazando con violencia e insistiendo en crear un Estado independiente. Sobre el mismo, analistas internacionales ponen de manifiesto que estaría abocado, sin remedio, a convertirse en un Estado fallido que comprometería la estabilidad en toda la región.

Lo peor de todo es la frágil memoria de España, que olvida los desmanes ya ocasionados por el Polisario y sigue inspirando y sufragando activistas de ONG que lucran con la “causa” del Sahara Occidental. El olvido de estos españoles, obviamente, está lleno de memoria.

Es como ya lo advirtiera un famoso pensador sobre la memoria, nunca debe guardarse en la cabeza aquello que cabe en un bolsillo.

Organizaciones por los DDHH pidieron que se investiguen los abusos y graves violaciónes cometidos por los torturadores y carceleros del Polisario en la horrorosa cárcel de “Al Rashid.”

Las denuncias no son nuevas, dado que incluso existen juicios abiertos en España por estos abusos, y recurrentes protestas contra el Polisario de activistas por los Derechos Humanos ante el Consejo de los Derechos Humanos (CDH) de la ONU en Ginebra. También recientemente, se desató una violenta manifestación en el campamento de El Aaiún, organizada por miembros de la tribu Rguibates-Jenhas, soliviantados por la detención de uno de los suyos, Ghilani Lahcen, un firme opositor de la dirección del Polisario.

El ejército argelino intervino en los disturbios, demostrando quiénes son los verdaderos amos de un pueblo que dice estar luchando por su “independencia”. Curioso concepto de soberanía el de los saharauis, dado que para dialogar con ellos se debe contar con autorización de Argelia.

También el comité internacional para el respeto y la aplicación de la carta africana de los derechos humanos y de los pueblos (CICAR), ha llamado la atención sobre estas graves violaciones de los derechos humanos en los campamentos de Tinduf. Denuncian que millares de personas estàn secuestradas, sin defensa, ni recursos. El CIRAC ha citado un informe elaborado en el 2010 por Amnistia Internacional, y que confirma que el Frente Polisario había confesado sus mismas atrocidades.

Ya durante los años 70 y hasta finales de los 80; aproximadamente 300 familias de civiles canarios se vieron afectadas por actos violentos. La mayoría fueron terribles explosiones de bombas que afectaron a operarios de la empresa española Fosbucrá, además de desapariciones, ametrallamientos, hundimientos y secuestros masivos a marineros españoles que faenaban en el caladero canario-africano, en el Sáhara español.

Los ametrallamientos y abordajes por el Polisario de pesqueros españoles desde mediados de los 70 y hasta finales de los 80 fueron numerosos. Uno de los ataques más sangrientos se produjo el 29 de noviembre de 1978, dos años antes de la desaparición del Mencey de Abona, cuando activistas saharauis asaltaron el Cruz del Mar y asesinaron a siete de sus 10 tripulantes. Los otros tres lograron salvar la vida arrojándose al mar. El 3 de noviembre de 1980, el pesquero grancanario Mencey de Abona desapareció a escasas millas de las costas del Sahara. Un mes más tarde el cadáver de Domingo Quintana, uno de los 17 tripulantes del barco, apareció flotando en el mar, atado de pies y manos y con signos evidentes de haber sido brutalmente golpeado y estrangulado antes de ser arrojado por la borda. Los cuerpos de sus 16 compañeros jamás fueron recuperados.

El 10 de enero de 1976 -hoy se cumplen 35 años- dos potentes bombas colocadas por los saharauis hicieron explosión junto a la cinta transportadora de fosfatos al paso de un convoy civil que se dirigía a El Aaiún. El conductor de uno de los vehículos, Raimundo Peñalver, falleció en el acto, y otros tres trabajadores españoles -entre ellos Francisco Jiménez, el padre de Lucía- resultaron gravemente heridos.

La explosión dejó ciego y sordo a Francisco, que falleció en 2006, un año antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reconociera, demasiado tarde, su condición de víctima del terrorismo. Numerosos españoles asesinados, heridos o secuestrados por el Frente Polisario, pese a haber ganado demandas judiciales, aún aguardan reparación moral e indemnización económica.

"En los últimos 35 años se ha construido una propaganda romántica en torno al Frente Polisario que no es real", afirma la presidenta de Acavite (Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo). La izquierda latinoamericana y la Cuba anti-imperialista se encuentra entre los más entusiastas difusores de esa imagen falsa, a pesar de que la “causa saharaui” ha contado en el pasado reciente con aliados tan imperialistas como Frank Ruddy, el fallecido ex administrador adjunto de la USAID (Siempre señalada por sus vínculos con la CIA) y diplomático investido nada más y nada menos que por Ronald Reagan.

Se ha dicho que no porque todo el mundo crea en una falsedad ésta se convierte en verdad. Es que como dijera Cervantes, la falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose. La desinformación en torno al “Sahara Occidental” y el Frente Polisario es una confirmación más de esa regla.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Espejismos Ideológicos en el Desierto del Sáhara

(Luis Aguero Wagner)  Nos cuenta la ciencia que en los desiertos tropicales, el aire en contacto con el suelo tórrido se calienta y su densidad varía de tal manera que, contrario a lo usual, el aire más frío se mantiene encima del más caliente, el cual fue calentado por la radiación reflejada por el suelo. Esto crea una densidad desigual en el aire que le otorga varios índices de refracción.

Este fenómeno contribuye a que en el desierto y en otros escenarios, un objeto lejano como una palmera se reproduzca invertida y parezca reflejarse en una superficie líquida.

Algo parecido sucede con el Sáhara Occidental, territorio marroquí donde surgieron las dinastías que gobernaron al mismo imperio almorávide, constituido por una confederación de tribus bereberes que se prolonga hasta nuestros días en el actual Marruecos.

El espejismo tiene su equivalente político en la logomaquia, que también se origina en este caso en el desierto del Sáhara, dado que en la polémica se atiende más a las palabras que al fondo del asunto. 

Los espejismos ideológicos, que como falsos oasis se originan en el Sáhara, en lugar de originarse por densidad y temperatura del aire o distancia de visualización, tienen su etiología en la engañosa y perimida clasificación de estados africanos en “progresistas” y “reaccionarios” en razón de su alineamiento temporal con alguna de las dos superpotencias durante la guerra fría.

En el caso del Sáhara Occidental, bajo un burdo ropaje “progresista” al que son dados los mediocres, un hato de obsecuentes al discurso de las ONG que lucran con la tragedia de las tribus martirizadas en el desierto, insisten en la “justicia de la causa saharaui” con un entusiasmo digno de mejor causa.

Para ellos prolongar el sufrimiento para seguir lucrando con la ayuda internacional, y eternizar en el tiempo con nuevas vertientes, los planes del dictador Francisco Franco de convertir al Sáhara Occidental en un estado satélite de Madrid, es un buen ejemplo de progresismo.

Se valen para ello de unas repetitivas opiniones prefabricadas y frases hechas, sancionadas por un supuesto asenso común, que hacen circular como moneda contante y sonante valiéndose del poco análisis que se les dedican, y el escaso interés en ponerlo en tela de juicio.

A ello se añade el desconocimiento flagrante de las realidades históricas, políticas y humanas del África del que hacen gala los españoles, con su jefe de estado Mariano Rajoy a la cabeza, que ganó notoriedad internacional por su desconocimiento del mapa político africano. 

España, ajena a razones geográficas e históricas y a la ecuanimidad como lo demuestra su ocupación de Ceuta, Melilla o las Chafarinas mientras reclama Gibraltar, ha decidido pasar por alto los cien años de tenaz lucha de los nacionalistas marroquíes contra la intervención colonialista europea. 

Al irremediable prejuicio anti-moro parecen sumar el resentimiento por haber sufrido la peor humillación militar de su historia precisamente en Marruecos, en tiempos de Abdelkrim y la guerra del Riff.

También prefieren olvidar, porque cree que es fácil, que ese vecino africano que muchos desdeñan ha sido desde siempre mucho más culto, tanto que pudo regalarles un pedazo de su cultura en las maravillas que hoy se erigen como lo mejor del Al Andalus, desde los tiempos en que ese pedazo de territorio que hoy llaman España era conocido en el orbe como califato omeya de Córdoba.

Vale recordar, en fin, a estos “progresistas” el precepto de Gramsci según el cual la verdad, por cruda y desagradable que sea, siempre es revolucionaria. Y que en el Sáhara, como en todo desierto, es fácil dejarse engañar por los espejismos.


Progresismo de utilería

Lo cierto es que muchas de las ideas que sostiene el supuesto progresismo que denosta cotidianamente contra Marruecos son tan reaccionarias que no resisten el menor análisis.

Escribió el premio Cervantes Juan Goytisolo que la cuestión del Sahara confronta dos principios opuestos, el de la intangibilidad de las fronteras trazadas por el colonialismo y que está defendido por Argelia, y el de la reconstitución del estado histórico desmembrado por la intervención europea, defendido por Marruecos.

El dogma de la· intangibilidad de las fronteras africanas, avalado por razones de puro pragmatismo -en la medida en que su desaparición significaría abrir la caja de Pandora de los conflictos raciales y tribales que con mayor o menor virulencia afectan a la casi totalidad de los países del continente- es manejado sobre todo por aquellos países que como Argelia o Zaire salieron beneficiados por el trazado con tiralíneas de unos límites territoriales que no tomaban en cuenta las realidades étnicas, sociales y culturales de sus habitantes.

Aplicado a Marruecos al pie de la letra, dicho principio habría originado en cambio la creación de varias entidades estatales: .un Estado marroquí, ·un Estado rifeño, un Estado libre de Tánger, un Estado de Sidi-Ifni, un Estado de Tarfaya y un Estado saharaui.

El lúcido intelectual magrebí Abadellah Laroui, citado por Goytisolo, señaló en su libro titulado “Los orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí” que el colonialismo es el único responsable del estallido de las fronteras africanas.

Como lo sabe todo el mundo, Europa despedazó las naciones de África en función de sus propios intereses. Ser progresista, pues, debería ser recrear las fronteras africanas previas sin atenerse a las impuestas por la presencia colonial.

Por nuestra parte, ya habíamos señalada anteriormente el absurdo que los límites coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay, Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que eran dominios de España.

Debe admitirse que no sólo las potencias coloniales pretendieron dibujar fronteras en función de sus intereses, también el gobierno argelino de Boumedián. Este desea para su país una salida Atlántica, señalaba Goytisolo ya a fines de la década iniciada en 1970 y además completar el cerco en torno a Marruecos.

El supuesto “progresismo” con el cual busca Argelia apoyo para el Polisario queda así, una vez más desenmascarado.

Cuando Argel sostiene el principio ético jurídico de la autodeterminación del pueblo saharaui, lo hace amparándose en el mucho menos noble y más realista y bastardo respeto a las fronteras trazadsa por el imperialismo colonizador. Aparte del caso del Sahara Occidental, nos recuerda la historia reciente, la diplomacia argelina no se ha mostrado jamás favorable a las aspiraciones de minorías oprimidas: condenó la secesión de Biafra, denunció el separatismo de Cabinda, e incluso apoyó a Addis Abeda contra los movimientos independentistas eritreos cuando que tenían bases étnicas, lingüísticas, religiosas y culturales infinitamente más razonables que aquella que invoca el separatismo “saharaui”.

Dijo Aristóteles que no se puede ser y no ser algo, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto. Deberían recordarlo aquellos que se dicen progresistas, y basan sus argumentos en las fronteras impuestas por las potencias opresoras del pasado, y perpetúan el sufrimiento de los pueblos del Sahara con el único objetivo de convertir en negocio la ayuda humanitaria.

Un paradigma del sofisma ideológico

Olvidando que la verdadera nobleza es no permitir que los demás sufran por nosotros, los beneficiarios de este absurdo conflicto inventado en medio del desierto se empeñan en perpetuar el sufrimiento de los pueblos del Sahara, proveyéndole además un falso sustento ideológico.

Los principales falsificadores ideológicos en cuestión se encuentran aglutinados en el llamado Frente Polisario, creado el 20 de mayo de 1973 en Tinduf, con ayuda y protección de Argelia. En verdad, este grupo jamás se abocó a combatir al colonialismo español, por lo cual siempre fue tolerado por las autoridades fascistas del régimen franquista. Curioso movimiento independentista, su “lucha” no se centraba en combatir a los invasores europeos de su territorio sino al “anexionismo” marroquí.

Gracias a la formación política de los instructores argelinos, sus miembros centraban la propaganda en el carácter «reaccionario» de Marruecos y la índole progresista» de Argelia; exponían -siguiendo la pauta del Gobierno franquista- las ventajas económicas y políticas que la independencia otorgaría al país y prometían el apoyo fraternal de Argel " en caso de «agresión» marroquí. Sus lemas y consignas resultaban, sin duda, más atractivos que los del PUNS v actuaban sobre un terreno abonado: el de la tenaz propaganda antimarroquí, orquestada, con todos los medios, por la Administración española.

Es bien conocido que la mayoría de las ONG que apoyan al Polisario invocan la causa del Sahara Occidental para recibir fondos, embolsan fuertes sumas en dólares pagadas por el petróleo argelino. Sin embargo, Argelia no ha tenido la misma vocación altruista con otros conflictos en la misma región.

Aparte del caso del Sahara Occidental, nos recuerda la historia reciente, la diplomacia argelina no se ha mostrado jamás favorable a las aspiraciones de minorías oprimidas: condenó la secesión de Biafra, denunció el separatismo de Cabinda, e incluso apoyó a Addis Abeda contra los movimientos independentistas eritreos cuando que tenían bases étnicas, lingüísticas, religiosas y culturales infinitamente más razonables que aquella que invoca el separatismo “saharaui”.

Todavía más doloroso podría ser para ciertos “progresistas” españoles, que desde sus ONG se llenan el estómago y los bolsillos con tragedias como las de los pueblos del Sahara, acabar descubiertos ante la opinión pública como simples continuadores de los planes de su caudillo fascista, Francisco Franco.

El premio Cervantes Goytisolo recuerda que tras los últimos fusilamientos del franquismo, el de cinco militantes revolucionarios españoles el 27 de septiembre de 1975 en las ciudades españolas de Madrid, Barcelona y Burgos, los únicos países del mundo que se negaron a condenar los hechos fueron el Chile de Pinochet y la Argelia de Boumedian.

En aquella grave crisis fueron ejecutadas por fusilamiento cinco personas: tres militantes del FRAP, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y dos militantes de ETA político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui. Estas ejecuciones levantaron una ola de indignación contra el gobierno de España en todo el mundo, menos en la “progresista” Argelia.

Es que al decir de un filósofo, la ideología tiene que ver directamente con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que nos vuelve "miopes".

Escribió Carl Levi Strauss que nada se parece más al pensamiento mítico del hombre que la ideología política. En el caso de la falsa ideología “progresista” creada para lucrar con la tragedia de los pueblos del Sahara Occidental, no queda otra que darle la razón.

El problema de las tribus

“Las virtudes del ave solitaria” es el nombre de un homenaje a Juan Goytisolo que se realizó en Marrakech, este 17 de Abril. El nombre no pudo ser más apropiado, dado que debido a su intransigencia en cuestiones de principios, el  Premio Cervantes de Literatura debió seguir muchas veces en soledad su camino por el mundo de las letras.

Para seguir una ruta solitaria se requiere no solo ser virtuoso, también tener mucho espíritu de sacrificio, por lo que cualquier homenaje que se le rinda será insuficiente.

Uno de los temas en los cuales Goytisolo nunca transigió fue precisamente el problema del Sahara, del que en 1979 realizó una radiografía aún no superada.

Vimos recientemente cómo los donantes europeos lamentaban la gigantesca malversación que realizan con sus aportes humanitarios, los miembros del Polisario y las autoridades de Argelia.

Lo que facilita esta malversación es la imposibilidad,ya notada por Goytisolo a fines de los 70, de establecer las diferencias raciales, lingüísticas, religiosas,económicas y sociales entre las poblaciones del Sahara Occidental y las del Sáhara argelino, el sur de Marruecos y norte de Mauritania y Malí.

Definitivamente, es imposible encontrar una entidad mínimamente diferenciada de los contornos geográfico-culturales que rodean el territorio “saharaui”.

Es que existen cuatro grandes tribus saharianas: Los erguibats, instalados no sólo en el Sáhara Occidental, sino también en el surde Marruecos, noreste de Mauritania y suroeste de Argelia, los tuaregs (en Mauritania y Argelia), los chaamba (en el sur de Argelia y Malí) y los tubús(en el Chad).

Si se decidiera crear un estado sólo de erguibats, que están repartidos en tres países, ello exigiría la modificación y nuevo trazado de las fronteras de todos los países del área. Ello es incompatible con el dogma que defienden quienes apoyan la “causa saharaui”, el de la intangibilidad de las fronteras coloniales africanas. Esta defensa es la que les impide aceptar que la reconquista del Sahara por Marruecos sólo fue la reconstitución parcial de unas fronteras que había mutilado el colonialismo.

Argelia ha intentado engañar al mundo haciendo pasar por refugiados del Sáhara Occidental no sólo a sus propios erguibats sino también a decenas de miles de tuaregs, chaambas y otros nómadas procedentes de Mali y aún de Níger (que abandonaron sus habituales zonas de pastoreo a consecuencia de la dramática sequía del Sahel).

Si alguien está pensando que el tribalismo pertenece al pasado en esas latitudes, tendría que revisar lo sucedido hace apenas dos años.

La rebelión tuareg de 2012 debería haber aleccionado a los europeos de la forma en que se desencadenan hechos sucesivos similares. En ese año, los tuareg declararon la guerra al gobierno de Malí en la región de Azawad, del Sáhara. La mala gestión de la crisis obligó la renuncia de presidente de Malí, pero los tuaregs no pudieron jamás tomar el poder dado que distintas facciones de los rebeldes se declararon entre sí una guerra que pronto devino en sangrienta, demostrando que el Frente Polisario había fracasado rotundamente en su intento de eliminar las tribus.

Lo había intentado el pacto de Unión Nacional de 1975 en Mauritania, promoviendo entre otras medidas los matrimonios intertribales.

Sin embargo, cuando en 1991 acabó la guerra en el desierto, y debía realizarse el referéndum, se hacían llamados a inscribirse nuevamente teniendo en cuenta las tribus. Pero el factor más gravitante fue, precisamente, la entrada en los campamentos del dinero de la ayuda internacional. Este flujo originó economías paralelas e informales, y fue profundizando las desigualdades sociales que antes eran casi imperceptibles. En ese contexto recobró importancia el sentido de pertenecer a una determinada tribu.

Escribió Sophie Caratini que los habitantes del desierto son "hijos del pasto estacional y de la nube portadora de lluvia".

Si incluimos en esa biodiversidad a los falsificadores de censos y malversadores de ayuda humanitaria, puede agregarse que también los engendra el fraude argelino en el Sahara Occidental.

Las tribus excluídas

Cuando lograron su independencia Marruecos, Mauritania y Argelia, las tribus saharauis decidieron que había llegado la hora de buscar su unidad como pueblo. Con un pacto de Unión Nacional, en 1975, intentaron abolir el tribalismo. Ello suponía grandes cambios en la organización social y económica, el poder debía ser transferido de viejos a jóvenes, debía abolirse la esclavitud, debían otorgarse derechos que las mujeres no gozaban, permitirse matrimonios intertribales. El proceso parecía marchar bien mientras hacían la guerra Marruecos y Mauritania, hasta que llegó la paz y el flujo de la ayuda humanitaria.

Apenas concluida la guerra de guerrillas que se desató por el control del Sahara Ocidental, entre Marruecos y el grupo pro-argelino Frente Polisario, la mentalidad tribal de los saharauis sufrió un nuevo impulso.

Uno de los factores de ese fenómeno fue la necesidad de organizar el censo para un referéndum sobre el territorio, para el cual se hacía llamados en la radio en función de tribus, por lo tanto la pertenencia tribal resurgió. También influyó la entrada del dinero en los campamentos, antes todo era cedido por la ayuda internacional, no habían desigualdades, pero con el regreso de los hombres que dejaron de hacer la guerra, con el permiso de salida de los campamentos, la gente comienza a entrar y salir, empezaron a aparecer pequeñas economías informales y, poco a poco, las desigualdades sociales.

Como el intento de suprimir tribus evidenció su fracaso, los dirigentes del Frente Polisario decidieron excluir aquellas tribus que a pesar de figurar en el censo elaborado en 1974 por los eapañoles, no eran funcionales a sus planes. Así decidieron privar de sus derechos a los ciudadanos miembros de las tribus de Ait Lahcen, Ait Baamaran, Ulad Bu Aita, Filala, Ait Lahcen, Yagut, Ulad Bu Sbaa, Ait Musa Ulad Ali, de Varias Tribus del Norte ( por ejemplo Ait Usa, Azuafit), Meyat, algunos de Cheikh Ahl Malainin, algunos de Ulad Delim, de Erguibat, de Izarguien etc.

Al mismo tiempo, decidieron incluir a tribus como la de Tendega, Ahl Berica-la, Idegob y otras del sur, en realidad originarias de Mauritania y que no habitaron nunca en ninguna de las provincias del Sahara Atlántico que estuvo bajo protectorado de España.

A lo largo del proceso de identificación para organizar el censo promovido por la comunidad internacional, el Polisario también promovió la xenofobia contra los grupos tribales que no le convenían, llamándolas tribus “contestatarias”.

El resultado fue una odiosa diferenciación entre ciudadanos de primera con derecho a ejercer su propia elección de autoridades y ciudadanos de segunda categoría despojados de ellos. Basta conocer esta realidad para entender la imposibilidad de elaborar padrones para realizar el referéndum de autodeterminación. Una parte sustancial de la población saharaui se vería impedida de participar en una consulta que concierne de forma decisiva a sus intereses.

La clave para comprender esta discriminación antidemocrática por parte del Frente Poliario y los argelinos radica en saber que las tribus excluidas son saharauis pero al mismo tiempo se sienten ciudadanos marroquíes de pleno derecho, dado que pertenecen a un territorio que desde tiempos inmemoriales ha sido considerado marroquí. De allí habían surgido varias dinastías de sultanes que habían gobernado al Marruecos almorávide, y esta autoridad había estado fuera de discusión por tanto tiempo que no había duda razonable.

Muy a pesar de los grupos pro-argelinos, muchos saharauis se han solidarizado con sus conciudadanos exigiendo su inclusión y expresaron su rechazo a participar en cualquier consulta en la que no estarían incluidos todos u cada uno de los saharauis excluidos por el frente Polisario. Una situación que por lógica hace inviable la celebración de un referéndum se da si se rechaza sin fundamento la inclusión de ciudadanos saharauis de pleno derecho por razones políticas discriminatorias.

Esta realidad es más que suficiente para entender que el único camino para el Sahara Occidental es un estatuto de autonomía, a través del cual los saharauis podrían gestionar sus propios asuntos regionales y obtener grandes ventajas. Por supuesto, sería el fin del lucro antisocial para los grupos que se benefician del actual status quo, y que al mismo tiempo que promueven la desinformación, lo mantienen exigiendo condiciones inaceptables aún al costo de una guerra de la que hablan tranquilamente.

El Dictador del Sáhara Occidental

Decía un sociólogo que la causa “saharaui” es un invento español, y la toma de partido de la justicia española en la controversia que sostiene Argelia con Marruecos respecto al Sahara es una prueba. 

Como ejemplo, el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz se declaró hace un tiempo competente para juzgar a militares marroquíes basándose en la nacionalidad española que el caudillo de España por la gracia de Dios, Francisco Franco Bahamonde, y su presidente de gobierno Carrero Blanco, primer devoto del Opus Dei ascendido a los cielos en cuerpo y alma merced a una bomba de ETA, confirieron a los habitantes de la entonces provincia española del Sahara Occidental.

La historia recuerda cómo el dictador Oliveira Salazar convirtió en provincias portuguesas a sus colonias, y en ciudadanos portugueses de pura cepa a los habitantes de Angola, Mozambique, Macao en China y Goa, Damao y Diu en la India.

Buscando no ser menos, el almirante Carrero Blanco hizo provincia española de la colonia del Sáhara Occidental y, al estilo de un nuevo emperador Caracalla, distribuyó documentos de identidad españoles entre los “saharauis” del desierto. 

Dicen que en las cortes franquistas aparecía estos “españoles” del Sahara vistiendo sus túnicas, como si fueran visitantes del ficticio planeta Tatooine, inspirado en la no muy lejana ciudad tunecina de Tataouine.

La extravagante decisión del juez Ruz, como es costumbre, desató una fuerte campaña de los partidarios del “Sahara Libre” en todos los medios informativos a su alcance. Ya en 1979 el premio Cervantes Juan Goytisolo había escrito, en su ensayo “El Problema del Sahara” y con mucha razón, que la única victoria posible para los “saharauis” era la informativa.

La maniobra no tiene nada que ver con la soberanía marroquí sobre esa porción del Sahara, donde nacieron varias dinastías que gobernaron el Marruecos almorávide, y que por siglos estuvo bajo jurisdicción del sultán de Marruecos.

Una es la cuestión de Derechos Humanos, que puede sensibilizar a cualquiera, y otra muy diferente la soberanía de un territorio, que debemos suponer que ubican en el mapa los españoles que obtuvieron mejores calificaciones en geografía que Mariano Rajoy. La realidad histórica nos dice que los derechos humanos siempre se han violado alegando razones de estado.

En el afán de satisfacer el afán propagandístico de los partidarios de la “lucha saharaui”, nuestro héroe el juez Ruz está legitimando y dando por válida, la postrera maniobra de Carrero Blanco, que no era otra cosa que uno de los últimos estertores del régimen franquista. 

Curiosamente, este juez ha sido conocido como el “sustito de Garzón”, quien no pudo juzgar atrocidades de la dictadura de Franco. Tal vez con más suerte, Ruz ahora trata de juzgar a militares marroquíes dando legitimidad a las acrobacias de una agonizante dictadura, que puso poco después los pies en polvorosa, para huir cobardemente abandonando el Sahara a los moros.

Nobleza obliga reconocer que ni la república perdida por los españoles ante el fascismo, ni la dictadura fanquista, respetaron jamás derechos humanos en el Marruecos que el juez Ruz intenta ahora convertir en el villano de la historia.

Los obreros y campesinos del Rif o la Xebala no podían exponer sus ideales de libertad e independencia, y no tenían siquiera, ni bajo la égida de la presunta república española ni bajo el régimen falangista, derecho a sindicalizarse. Pero hoy esos principios son agitados en España, para colmo usando como pretexto una de las últimas y más torpes decisiones de la dictadura de Franco. 

Si Ruz quisiera hurgar en esta historia, podría ocuparse de los últimos fusilamientos del franquismo, el 27 de septiembre de 1975, y el silencio cómplice de las autoridades argelinas al respecto que destaca en su libro Goytisolo. 

Si aquello pudiera alguna vez clarificarse, una oprobiosa historia de colonialismo y opresión en el Sahara Occidental quedaría saldada.

La república perdida por la izquierda española


Con frecuencia los  españoles olvidan uno de los capítulos más infames de su propia historia imperialista: la intervención político-militar española en Marruecos, que ha sido calificada, con razón, por un buen historiador de la misma, de «una de las más absurdas y criminales acciones coloniales de la historia mundial de la opresión de los pueblos».

A propósito escribió el comunista español Miguel Martín, describiendo despiadadamente la política de los colonialistas, para quienes Marruecos era “un zoco, un mercado de ascensos y recompensas, medallas y cruces”, y no solo para los militares “africanos” sino también para los partidos políticos republicanos, especialmente aquellos que representaban a la clase obrera, desde el 14 de abril de 1931 hasta la victoria de Franco”. La posición de muchos sectores políticos de izquierda que siguen buscando sacar rédito político prolongando el conflicto del Sahara, confirma que en gran parte, Marruecos sigue siendo lo que era en la década de 1930 para muchos españoles. 

La realidad sobrepasa la imaginación: En los programas electorales de gobierno elaborados por el PSOE y el PC durante la república no figuraba, por ejemplo~ la menor referencia a las reivindicaciones nacionales y sociales del pueblo que la democracia española decía proteger.

Los obreros y campesinos del Rif o la Xebala no podían exponer sus ideales de libertad e independencia, y no tenían siquiera, bajo la égida de la presunta «República de trabajadores», derecho a sindicalizarse. Más significativo aún: ambos partidos marxistas no admitían en sus filas a ningún marroquí, y dicha segregación aberrante se mantuvo, según Martín, en lo que concierne al PC, durante los primeros diez años del franquismo, por más que la lógica y el simple sentido común reclamaran con urgencia la unificación de todas las fuerzas populares.

Con el levantamiento militar de Franco, los partidos marxistas, en vez de concretar y dar cuerpo a la alianza objetiva existente entre las fuerzas democráticas españolas y• los nacionalistas marroquíes, se lanzaron a una propaganda chovinista, abiertamente racista, que no distinguía entre manipuladores y manipulados y ponía a todo el pueblo marroquí en el mismo saco.

Goytisolo también cita que una propuesta de sublevar el Rif contra el Ejército de Franco a cambio de una promesa formal de independencia, fue inexplicablemente rechazada por el bando republicano durante la guerra civil, cuando que podría haber salvado la república.

El internacionalismo proletario podía esperar. «Dos pueblos oprimidos han favorecido a la opresión con su separación. El final no podía ser otro.» dice Goytisolo a manera de moraleja.

Con el agua al cuello y a punto de ahogarse los partidos de izquierda de la República, ignoraron aún las reivindicaciones legítimas de Marruecos. Ello mientas Franco ofrecía toda clase de promesas y facilidades a los nacionalistas y canalizaba hábilmente el resentimiento popular contra los atropellos y violaciones de los derechos humanos .llevados a cabo en nombre de la República.

Un marxista-leninista como Largo Caballero denunciaba en las Cortes que al conceder la libertad a los marroquís, Franco violaba los acuerdos internacionales que garantizaban la existencia del Protectorado. Durante dieciocho meses -el tiempo necesario para movilizar en su favor a la masa marroquí-, la zona del Protectorado español se convirtió en el mejor refugio y centro de propaganda nacionalista del mundo' árabe. Goytisolo lamenta, repasando esta historia, que la izquierda española sea incapaz de aprender de sus errores del pasado y reincida en los mismos. 


El resultado es conocido, los pueblos que no reflexionan sobre su propia historia están condenados a repetirla.


martes, 8 de septiembre de 2015

La malversación de la ayuda humanitaria al Sáhara Occidental

Dijo Hiram Johnson que la primera víctima de una guerra es la verdad, y podríamos agregar que tanto peor si se trata de una guerra informativa en el que participan las ONG que obtienen grandes dividendos con el sufrimiento humano en el desierto del Sahara.

Es evidente, considerando que el mismo Mariano Rajoy ha sido capaz de confundir a Nigeria con Kenia, que la mayoría de los españoles tienen una idea muy poco exacta de lo que acontece en el cercano Sahara Occidental, antiguo dominio español.

Lo demuestra no sólo la confusión de Rajoy, también lo acontecido hace unos meses, cuando la agrupación política “Podemos” se solidarizaba con el “pueblo saharaui” usando una cartografía que los borra del mapa. En dicho mapa, que los “saharauis” califican de “ilegal”, aparecía el Sahara Occidental como parte de Marruecos.

Decía el escritor paraguayo Helio Vera que las ONG están integradas por usurpadores que se autodenominan “sociedad civil”, eternos suplicantes de ayuda extranjera, cuyos miembros se eligen a sí mismos y que, con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas. 

Quienes conocemos este tipo de “causas altruistas” sabemos que la lucha contra la pobreza de la mayoría de los miembros de las ONG empieza por casa. No es de extrañar, pues, el enorme fraude con la ayuda humanitaria destinada al Sahara que salió a luz en las últimas semanas. 

A raíz de este fraude, ahora el Parlamento europeo ha pedido identificar a son los argelinos y saharauis que durante años llucraron adueñándose y revendiendo la ayuda humanitaria enviadas por la Comisión Europea a los refugiados saharauis de los campamentos en los alrededores de Tinduf (suroeste de Argelia). También, como es natural, se exigió que estos individuos "no vuelvan a tener acceso a las ayudas financiadas por los contribuyentes europeos".

Además de la enorme malversación, salió a luz que el número de damnificados en el Sahara había sido enormemente exagerado por los beneficiarios de este gran negocio “humanitario”. Se reconoció recién luego de estas denuncias, que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas lleva años tratando de elaborar un censo veraz, sin éxito.

Aunque estos “líderes” de la lucha por un “Sahara Libre” han pretendido siempre ideologizar su lucha, y presentarse como “progresistas” identificados con la izquierda, lo cierto es todo se trata de manipulación y publicidad engañosa de las ONG y organismos instalados en los medios de comunicación. 

Ya hace tiempo el intelectual James Petras advirtió que "Las ong son la punta de lanza de la globalización neoliberal capitalista. Las ONGs son en su mayoría brazos de los poderes internacionales que buscan despolitizar el conflicto de clase y estrangular el germen de la organización social de las bases, a fuerza de apoyar políticas asistencialistas y la filosofía de la microempresa".

Es decir, cuando se presentan como grandes filántropos en casos como el Sahara Occidental, se trata simplemente de embaucadores profesionales que se aprovechan de los ciudadanos de países como España, cuyo mismo jefe de estado desconoce la ubicación de Kenya en el mapa.

Y se trata de burócratas y técnicos a los que le da exactamente igual planificar una campaña de vacunación masiva de “saharauis” y construirle hospitales que organizar una remoción de villas miseria con gente incluida y bombardear poblaciones inocentes del Tercer Mundo. 

En fin, si usted está pensando en colaborar con campañas humanitarias que recaudan con la imagen de los damnificados del desierto, debería tomar nota que el Sahara Occidental se encuentra fuertemente contaminado por las ONG.

Fraude humanitario en el Desierto


Como ciertos políticos que en la historia de Argentina llamaron al robo electoral que cometieron “fraude patriótico”, en el Sahara se comete un fraude humanitario. 


Es lo que sucede con la ayuda destinada a los refugiados del Sahara Occidental, rehenes de estas organizaciones que perpetúan una causa solo para lucrar con la desgracia de los pueblos del desierto. Un detallado y reciente informe de la OLAF, Agencia de la Comisión Europea que lucha contra el Fraude, es elocuente.

En uno de sus párrafos, reproducido por la prensa española, señala que "El hurto empieza entre Orán y Tinduf: los camiones [...] llegan a Tinduf. Faltan mercancías, generalmente varias toneladas. El responsable saharaui firma la entrega y recibe dinero del chófer del camionero para compensar lo que falta, entre 10.000 y 40.000 dinares argelinos" que, al cambio, eran entonces hasta 500 euros. "Esas cantidades remontan la escala jerárquica y todos se aprovechan. Los nombres son los siguientes [...]. Las mercancías apartadas son después vendidas en los mercados de Argelia".

Hace alusión a donaciones enviadas entre los años 2003 y 2007 que acabaron, en gran parte, vendidas en mercados de Argelia, Mauritania o Mali. Los responsables de la malversación, dice el informe, la mayoría de las veces ni siquiera se molestan en desembalar lo que sustraen para vender. En algunos casos, se suplanta el contenido de los envases de las donaciones por productos de menor precio y calidad, ganando fortunas con el reemplazo.

También se consigna que organismos europeos donaron en tiempos previos a mediados del año 2005, fondos para construir hospitales y colegios, incluyendo el monto para contratar mano de obra saharaui para levantar las edificaciones. Para aprovechar mejor la donación, las autoridades saharauis usaron mano de obra esclava de presos de guerra marroquíes que aún tenía en sus prisiones.

Un miembro de la OLAF testimonió que, durante sus vacaciones en Mali, vio con sus propios ojos cómo se descargaba en un centro comercial leche en polvo, desde bolsas que consignaban que se trataba de ayuda humanitaria europea.

El fraude fue posible gracias a la complicidad de las autoridades argelinas, que exageraron enormemente las cifras de saharauis refugiados para ganar la diferencia.

El fraude era conocido desde diciembre de 2014, sin embargo, la “ayuda” continuó. Según la eurodiputada alemana Ingeborg Grassie, la malversación de la ayuda humanitaria en el Sahara es escándalo de grandes dimensiones.

Representantes del Polisario en Europa, otras veces muy locuaces, no respondieron a requerimientos de la prensa española sobre el fraude. Aunque se conoce del enriquecimiento ilícito de varios líderes del Polisario, estos delitos siguen impunes.

La OLAF está lejos de ser la única organización que ha realizado este tipo de denuncias. La Cruz Roja española hizo saber años atrás que 385.000 euros entregados a la Media Luna Roja Saharaui para la compra de camellos no fueron usados en ello.

Fuentes marroquíes han señalado con ironía que como fruto de estas malversaciones, “algunos altos dirigentes del Polisario se han acumulado, en pocos años, fortunas dignas de la clasificación de Forbes”. 

Ello sin mencionar su implicancia en delitos peores como el tráfico de armas o estupefacientes, que fogonean la insistencia con que se promueve la creación de un estado fallido en el desierto. 

Este tipo de fraude es común en otras regiones como Latinoamérica, donde usurpadores que se autodenominan “sociedad civil”, instalados en las llamadas ONG, disputan la representatividad popular a los líderes políticos. Los líderes de estos grupos se eligen a sí mismos, pero a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.

Refugiados fantasmas en el desierto



No hace mucho tiempo la noticia de que en el ejército iraquí figuraban unos 50 mil soldados fantasmas sorprendió a gran parte del mundo, aunque el mal sea una vieja y popular forma de malversar fondos.

Cuando llegó a la presidencia argentina el escritor Domingo Faustino Sarmiento, descubrió que bajo administración de su antecesor, Bartolomé Mitre, se había incluído en el ejército argentino que combatía en la guerra del Paraguay un número de soldados muy superior al real, solo para malversar fondos.

En países latinoamericanos como el mismo Paraguay actual, es una vieja práctica aumentar el número de uniformados, damnificados por las inundaciones, niños de la calle, indígenas abandonados o veteranos de guerra para embolsar grandes sumas de dinero.

Las últimas noticias destacadas por la prensa española, de un gran fraude con la ayuda humanitaria destinada a los refugiados del Sahara Occidental, escandalizaron a Europa.

Fue cuando la Eurocámara desempolvó un revelaror informe de la Oficina Antifraude de la UE que llevaba siete años oculto y que denunciaba la “malversación y el tráfico” de las subvenciones a los campos de Tinduf.

Invocando supuestas causas altruistas, gran número de fundaciones y ONG habían malversado millonarias sumas de ayuda europea a los damnificados por un conflicto que precisamente estos entes se encargar de perpetuar para lucrar con él.

Como los beneficiarios iniciaron un bombardeo mediático sobre las confusas motivaciones cargadas del lirismo para justificar sus actos, los organismos pertinentes respondieron que lo que estaba en discusión no era el conflicto, sino el injustificable desvío de la ayuda.

“Yo no quiero saber nada del conflicto, ni de Marruecos ni del Polisario; solo me preocupa el buen uso de los fondos”, dijo al respecto la diputada de la CDU Ingeborg Grassle, que está ultimando un informe para fines de este mes.

Esta declaración rebaja a casi la mitad el número de refugiados saharauis en los campos argelinos.

La OLAF argumenta que las autoridades argelinas indicaron a las autoridades internacionales que la población en el campamento de Tinduf estaba compuesta por 155,000 personas, algo que consideró sobreestimado para la cantidad real de refugiados, y que finalmente permitió el desvío.

Desde su creación en 1975, las cifras “fluctúan” de acuerdo a las perspectivas de ayuda a malversar. De 165,000 personas en 1975, el gobierno argelino notificó 155,000 en 2000 y 158,000 en 2004. Mientras el gobierno marroquí estimaba entonces que eran 50,000 personas, el Frente Polisario elevaba la cifra a 200,000 según el informe.

La OLAF puntulaiza que “ni Argelia ni el Frente Polisario aceptaron que las instancias internacionales realizaran un censo de la población de los campamentos a pesar de los pedidos formales de la Agencia de la ONU para los refugiados en 1977, 2003 y 2005”.

En el período de 1994 a 2004, la ECHO entregó 105 millones de euros en ayuda humanitaria sobre la base de tales cifras, y hoy se sabe que se calculó sobre un número cuatro veces superior al real.

Dijo Lincoln que puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. Sin embargo, quienes lucran con la tragedia del Sahara Occidental llevan casi cuatro décadas haciéndolo.

El destape del fraude de la ayuda humanitaria tal vez ponga punto final a este lapso incontable de la eternidad.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Morocco consolidates leadership in Western Sahara

(Luis Aguero Wagner, Siglo XXI) Some time ago the former Spanish Prime Minister Jose Luis Rodriguez Zapatero said, with a heavy dose of common sense, that the solution to the problem of Western Sahara should be inevitably led by Morocco.

During a recent visit to Morocco, the Spanish politician proclaimed supporter of the alliance between civilizations, recognized the valuable legacy of Arab culture imparted to Spain, praised the interpretation of Moroccan Islam which he described as respectful and open ideas and predicted that soon the international community will end up accepting the inexorable Moroccan leadership in solving the problem of the Sahara.

A few months passed before the facts confirmed his prophecies.

According to El Hassan Boukantar, professor of international relations at the University Mohammed V in Rabat declared in international media that the strong participation in the southern provinces in the municipal elections of September 4 enhanced the relevance of the Moroccan proposal for solving the Sahara issue.

DrifNoureddine, a member of the Royal Advisory Council for Saharan Affairs (CORCAS), stressed that the participation of the people of the southern provinces of the Kingdom in this election consolidate and strengthen the process in the Sahara, and if there an infallible weapon to strengthen democratic structures is respect for the popular will.

Also he expressed the hope that the winners of these local and regional elections remain in tune with the aspirations of citizens.

CORCAS, the Royal Council for Saharan Affairs, appointed by the Moroccan government and composed of 141 members, including fourteen women and includes he father of Polisario chief Mohamed Abdelaziz. It is currently chaired by Khalihenna, he is a former leader of the Sahrawi National Union Party -

Sources close to the government also said that the massive influx of voters confirms the sense of belonging and unity of the people of Sahara, the preferential option for democracy, and more particularly to the fundamental issue of these elections, joining the country definitely through the Autonomy Plan.

A total of 2186 candidates ran in the election to fill 380 seats in the municipal councils and 39 of the Regional Council: the province of Laayoune (16 seats), province of Boujdour (9), province of Smara (9) and the province Tarfaya .The process was conducted under the watchful eyes of international and local observers, which exceeded four thousand.

The high turnout has shown that the people of the southern provinces of Morocco believe in the reasons that lead them to vote, and also reveals that they have confidence in their courts and electorates. Morocco has thus given faith that it has the potential, moral authority and it intends to drive the Sahara toward modernity and democracy while its counterpart and other dictatorship announces only more hindrances of the past. While this Kingdom introduced into the wilderness their democracy, encouragedpluralism, allow participation and alternating power of different parties, the counterpartsuffers a mummified leadership which seeks to perpetuate itself in power in Western Sahara as if there was anantimatterblack hole that exonerated them of time.

The opponents also know that democracy will cast light on the problem of the Sahara, and they will fail as fishermen in troubled waters whoseek to exploit and take advantage of fabricated confusion.


The die is cast and there is very little about which to deliberate. Leading democracy in the Maghreb, Morocco automatically gains the authority to lead the solution of the problem in Western Sahara.