(Luis Aguero Wagner, Siglo XXI) La causa del Sáhara Occidental tiene sus propios desaparecidos, y no se trata precisamente de partidarios del Majzen.
La historia de la familia de Rachid jalil Ahmed tiene mucho en común con otras de países donde predominó la violencia política y la intolerancia por razones políticas e ideológicas. Solo que la suya está sucediendo en pleno Siglo XXI, cuando toda la parafernalia propagandística y mediática de la cultura contemporánea intenta convencernos que las ideologías están sepultadas.
Pude entrevistarlo para esta columna a través de contactos solidarios en las redes sociales, personas conocedoras del sufrimiento de los pueblos del desierto sahariano, que se siguen debatiendo entre los espejismos ideológicos, las penurias de sus carencias materiales y la brutal represión de las autoridades del Polisario.
Me relató que su padre, Jalil Ahmed Braih, fue décadas atrás nada más y nada menos que jefe de inteligencia del Polisario, además de director propagandístico, director de una radio oficialista y jefe del gabinete de ministros del “único líder” perpetuo de los saharauis, Mohamed Abdelazis. Fue responsable de la Seguridad Militar y Civil de los campamentos y primer secretario, director de medios de comunicación y otras dependencias de la prensa saharaui. Hombre de vasta cultura, graduado en psicología social y filosofía, y soldado leal a su causa. Tanto que hasta lo demostró permaneciendo en prisión por sus convicciones.
Jalil Ahmed Braih fue fundador y destacado dirigente del Frente Polisario, desde 1978 hasta principios de los años 90 Sin embargo, un buen día, mientras se encontraba de gira ofreciendo conferencias en Argelia, desapareció sin dejar rastros.
Hoy Rachid jalil recorre el mundo golpeando puertas de todas las organizaciones de Derechos Humanos, sin realizar discriminación alguna. En España, muchas de estas organizaciones de Derechos Hunanos se cruzan de brazos porque son simpatizantes del Polisario, y reciben financiación argelina para sus actividades.
¿Qué harían los españoles si un día desapareciese un alto funcionario o ministro de la administración de Mariano Rajoy? ¿Si de él no supiera nada su esposa ni sus hijos? ¿Seguirían confiando en su gobierno?
Hace siete años que la mujer y los ocho hijos de Ahmed no saben absolutamente nada de él.
¿Qué opinan al respecto las organizaciones españoles de las cuales se aprovecha Abdelazis para vivir como un jeque petrolero? ¿Cómo es posible que las desapariciones de personas, como las que ocurrieron en países como Argentina hace unos cuarenta años, sigan sucediendo en un mundo que ha cambiado tanto desde aquel tiempo?
Es que como lo expresa el periodista Vincent Soriano, "El problema es que los dirigentes saharauis son los mismos que hace 40 años", y agrega: "allí no ha habido nunca elecciones". Los políticos "se han montado una vida en la que tienen delegados en todo el mundo y viven como dioses gracias a la ayuda internacional”.
Curiosamente, estos represores de su propia comunidad, enemigos de la modernidad y la democracia, siguen teniendo el apoyo de un abanico de organizaciones de izquierdas, y activistas políticos de un país occidental, culto y bien informado como España.
Sea cual fuere la idea que albergan en sus mentes aquellas que desean prolongar esta historia valiéndose del confusionismo, deberían saber que tienen los días contados. Marruecos ha avanzado en su asimilación del Sáhara Occidental al punto que se permite organizar elecciones en ese territorio, con la participación de varios partidos y sin excluir a tribus como pretende hacerlo el Polisario.
Las noticias indican que en el Sáhara Occidental ha triunfado el nacionalismo marroquí más radical, en desmedro del islamista Partido Justicia y Desarrollo (PJD). El partido Istiqlal, que ha sido uno de los grandes derrotados al no ganar ninguna de las grandes ciudades de Marruecos, ha tenido en el Sáhara su compensación al triunfar en la región de El Aaiún y la de Dajla-Bujador y en las alcaldías de El Aaiún y Bujador.
Para los enterados, estos resultados significan que el nacionalismo marroquí se encuentra más fuerte en el Sáhara que en otras regiones de Marruecos, echando por tierra toda pretensión de cuestionar la legítima posesión de ese territorio.
La cartas están sobre la mesa, y el tiempo dirá por cuánto tiempo más podrán sostenerse el doble rasero informativo español para el Sáhara Occidental.
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