domingo, 5 de abril de 2015

El Sahara Marroquí más allá del Sahara Occidental

Crónicas de un fraude humanitario en el desierto


Para un observador imparcial y objetivo, es fácil identificar un fraude entre quienes reclaman la independencia del SaharaOccidental



“Las virtudes del ave solitaria” es el nombre de un homenaje a Juan Goytisolo que se realizará en Marrakech, este 17 de Abril. El nombre no puede ser más apropiado, dado que debido a su intransigencia en cuestiones de principios, el actual Premio Cervantes de Literatura debió seguir muchas veces en soledad su camino por el mundo de las letras.
Para seguir una ruta solitaria se requiere no solo ser virtuoso, también tener mucho espíritu de sacrificio, por lo que cualquier homenaje que se le rinda será insuficiente.
Uno de los temas en los cuales Goytisolo nunca transigió fue el problema del Sahara, del que en 1979 realizó una radiografía aún no superada.
Vimos recientemente cómo los donantes europeos lamentaban la gigantesca malversación que realizan con sus aportes humanitarios, los miembros del Polisario y las autoridades de Argelia.
Lo que facilita esta malversación es la imposibilidad,ya notada por Goytisolo a fines de los 70, de establecer las diferencias raciales, lingüísticas, religiosas,económicas y sociales entre las poblaciones del Sahara Occidental y las del Sáhara argelino, el sur de Marruecos y norte de Mauritania y Malí.
Definitivamente, es imposible encontrar una entidad mínimamente diferenciada de los contornos geográfico-culturales que rodean el territorio “saharaui”. 
Es que existen cuatro grandes tribus saharianas: Los erguibats, instalados no sólo en el Sáhara Occidental, sino también en el sur de Marruecos, noreste de Mauritania y suroeste de Argelia, los tuaregs (en Mauritania y Argelia), los chaamba (en el sur de Argelia y Malí) y los tubús(en el Chad).
Si se decidiera crear un estado sólo de erguibats, que están repartidos en tres países, ello exigiría la modificación y nuevo trazado de las fronteras de todos los países del área. Ello es incompatible con el dogma que defienden quienes apoyan la “causa saharaui”, el de la intangibilidad de las fronteras coloniales africanas. Esta defensa es la que les impide aceptar que la reconquista del Sahara por Marruecos sólo fue la reconstitución parcial de unas fronteras que había mutilado el colonialismo.
Argelia ha intentado engañar al mundo haciendo pasar por refugiados del Sáhara Occidental no sólo a sus propios erguibats sino también a decenas de miles de tuaregs, chaambas y otros nómadas procedentes de Mali y aún de Níger (que abandonaron sus habituales zonas de pastoreo a consecuencia de la dramática sequía del Sahel).
Si alguien está pensando que el tribalismo pertenece al pasado en esas latitudes, tendría que revisar lo sucedido hace apenas dos años.
La rebelión tuareg de 2012 debería haber aleccionado a los europeos de la forma en que se desencadenan hechos sucesivos similares.  En ese año, los tuareg declararon la guerra al gobierno de Malí en la región de Azawad, del Sáhara. La mala gestión de la crisis obligó la renuncia de presidente de Malí, pero los tuaregs no pudieron jamás tomar el poder dado que distintas facciones de los rebeldes se declararon entre sí una guerra que pronto devino en sangrienta, demostrando que el Frente Polisario había fracasado rotundamente en su intento de eliminar las tribus.
Lo había intentado el pacto de Unión Nacional de 1975 en Mauritania, promoviendo entre otras medidas los matrimonios intertribales.
Sin embargo, cuando en 1991 acabó la guerra en el desierto, y debía realizarse el referéndum, se hacían llamados a inscribirse nuevamente teniendo en cuenta las tribus. Pero el factor más gravitante fue, precisamente, la entrada en los campamentos del dinero de la ayuda internacional. Este flujo  originó economías paralelas e informales, y fue profundizando las desigualdades sociales que antes eran casi imperceptibles.  En ese contexto recobró importancia el sentido de pertenecer a una determinada tribu.
Escribió Sophie Caratini que los habitantes del desierto son "hijos del pasto estacional y de la nube portadora de lluvia". 
Si incluimos en esa biodiversidad a los falsificadores de censos y malversadores de ayuda humanitaria, puede agregarse que también los engendra el fraude argelino en el Sahara Occidental. 

El negocio de la ayuda humanitaria


Dijo el conde de Mirabeau que para vivir existen tres métodos: mendigar, robar o realizar algo. En algunos casos, algunas personas hacen las dos primeras cosas pero sin realizar nada. 

A la especie pertenecen muchos miembros de fundaciones y ONG en America Latina y Africa, grandes especialistas en invocar causas altruistas y fingir que suplantan al estado solo para embolsar fuertes sumas de dinero en provecho propio.

Como ciertos políticos que en la historia de Argentina llamaron al robo electoral que cometieron “fraude patriótico”, en elSahara se comete un fraude humanitario. 

Es lo que sucede con la ayuda destinada a los refugiados del Sahara Occidental, rehenes de estas organizaciones que perpetúan una causa solo para lucrar con la desgracia de los pueblos del desierto. Un detallado y reciente informe de la OLAF, Agencia de la Comisión Europea que lucha contra el Fraude, es elocuente.

En uno de sus párrafos, reproducido por la prensa española, señala que "El hurto empieza entre Orán y Tinduf: los camiones [...] llegan a Tinduf. Faltan mercancías, generalmente varias toneladas. El responsable saharaui firma la entrega y recibe dinero del chófer del camionero para compensar lo que falta, entre 10.000 y 40.000 dinares argelinos" que, al cambio, eran entonces hasta 500 euros. "Esas cantidades remontan la escala jerárquica y todos se aprovechan. Los nombres son los siguientes [...]. Las mercancías apartadas son después vendidas en los mercados de Argelia".

Hace alusión a donaciones enviadas entre los años 2003 y 2007 que acabaron, en gran parte, vendidas en mercados de Argelia, Mauritania o Mali. Los responsables de la malversación, dice el informe, la mayoría de las veces ni siquiera se molestan en desembalar lo que sustraen para vender. En algunos casos, se suplanta el contenido de los envases de las donaciones por productos de menor precio y calidad, ganando fortunas con el reemplazo.

También se consigna que organismos europeos donaron en tiempos previos a mediados del año 2005, fondos para construir hospitales y colegios, incluyendo el monto para contratar mano de obra saharaui para levantar las edificaciones. Para aprovechar mejor la donación, las autoridades saharauis usaron mano de obra esclava de presos de guerra marroquíes que aún tenía en sus prisiones.

Un miembro de la OLAF testimonió que, durante sus vacaciones en Mali, vio con sus propios ojos cómo se descargaba en un centro comercial leche en polvo, desde bolsas que consignaban que se trataba de ayuda humanitaria europea.

El fraude fue posible gracias a la complicidad de las autoridades argelinas, que exageraron enormemente las cifras de saharauis refugiados para ganar la diferencia.

El fraude era conocido desde diciembre de 2014, sin embargo, la “ayuda” continuó. Según la eurodiputada alemana Ingeborg Grassie, la malversación de la ayuda humanitaria en el Saharaes escándalo de grandes dimensiones.

Representantes del Polisario en Europa, otras veces muy locuaces, no respondieron a requerimientos de la prensa española sobre el fraude. Aunque se conoce del enriquecimiento ilícito de varios líderes del Polisario, estos delitos siguen impunes.

La OLAF está lejos de ser la única organización que ha realizado este tipo de denuncias. La Cruz Roja española hizo saber años atrás que 385.000 euros entregados a la Media Luna Roja Saharaui para la compra de camellos no fueron usados en ello.

Fuentes marroquíes han señalado con ironía que como fruto de estas malversaciones, “algunos altos dirigentes del Polisario se han acumulado, en pocos años, fortunas dignas de la clasificación de Forbes”. 

Ello sin mencionar su implicancia en delitos peores como el tráfico de armas o estupefacientes, que fogonean la insistencia con que se promueve la creación de un estado fallido en el desierto. 

Este tipo de fraude es común en otras regiones como Latinoamérica, donde usurpadores que se autodenominan “sociedad civil”, instalados en las llamadas ONG, disputan la representatividad popular a los líderes políticos. Los líderes de estos grupos se eligen a sí mismos, pero a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.

Un ejemplo de que en todas partes se cuecen habas y de que no hay nada nuevo bajo el sol, es el fraude humanitario en el Sahara Occidental.


Damnificados fantasmas

No hace mucho tiempo la noticia de que en el ejército iraquí figuraban unos 50 mil soldados fantasmas sorprendió a gran parte del mundo, aunque el mal sea una vieja y popular forma de malversar fondos. 

Cuando llegó a la presidencia argentina el escritor Domingo Faustino Sarmiento, descubrió que bajo administración de su antecesor, Bartolomé Mitre, se había incluído en el ejército argentino que combatía en la guerra del Paraguay un número de soldados muy superior al real, solo para malversar fondos. 

En países latinoamericanos como el mismo Paraguay actual, es una vieja práctica aumentar el número de uniformados, damnificados por las inundaciones, niños de la calle, indígenas abandonados o veteranos de guerra para embolsar grandes sumas de dinero. 

Las últimas noticias destacadas por la prensa española, de un gran fraude con la ayuda humanitaria destinada a los refugiados del Sahara Occidental, escandalizaron a Europa.

Fue cuando la Eurocámara desempolvó un revelaror informe de la Oficina Antifraude de la UE que llevaba siete años oculto y que denunciaba la “malversación y el tráfico” de las subvenciones a los campos de Tinduf. 

Invocando supuestas causas altruistas, gran número de fundaciones y ONG habían malversado millonarias sumas de ayuda europea a los damnificados por un conflicto que precisamente estos entes se encargar de perpetuar para lucrar con él. 

Como los beneficiarios iniciaron un bombardeo mediático sobre las confusas motivaciones cargadas del lirismo para justificar sus actos, los organismos pertinentes respondieron que lo que estaba en discusión no era el conflicto, sino el injustificable desvío de la ayuda.

“Yo no quiero saber nada del conflicto, ni de Marruecos ni del Polisario; solo me preocupa el buen uso de los fondos”, dijo al respecto la diputada de la CDU Ingeborg Grassle, que está ultimando un informe para fines de este mes.

Esta declaración rebaja a casi la mitad el número de refugiados saharauis en los campos argelinos.

La OLAF argumenta que las autoridades argelinas indicaron a las autoridades internacionales que la población en el campamento de Tinduf estaba compuesta por 155,000 personas, algo que consideró sobreestimado para la cantidad real de refugiados, y que finalmente permitió el desvío. 

Desde su creación en 1975, las cifras “fluctúan” de acuerdo a las perspectivas de ayuda a malversar. De 165,000 personas en 1975, el gobierno argelino notificó 155,000 en 2000 y 158,000 en 2004. Mientras el gobierno marroquí estimaba entonces que eran 50,000 personas, el Frente Polisario elevaba la cifra a 200,000 según el informe.

La OLAF puntulaiza que “ni Argelia ni el Frente Polisario aceptaron que las instancias internacionales realizaran un censo de la población de los campamentos a pesar de los pedidos formales de la Agencia de la ONU para los refugiados en 1977, 2003 y 2005”. 

En el período de 1994 a 2004, la ECHO entregó 105 millones de euros en ayuda humanitaria sobre la base de tales cifras, y hoy se sabe que se calculó sobre un número cuatro veces superior al real.

Dijo Lincoln que puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo. Sin embargo, quienes lucran con la tragedia del Sahara Occidental llevan casi cuatro décadas haciéndolo.


El destape del fraude de la ayuda humanitaria tal vez ponga punto final a este lapso incontable de la eternidad.

Escribió el premio Cervantes Juan Goytisolo que la cuestión del Saharaconfronta dos principios opuestos, el de la intangibilidad de las fronteras trazadas por el colonialismo y que está defendido por Argelia, y el de la reconstitución del estado histórico desmembrado por la intervención europea, defendido por Marruecos. 
El dogma de la· intangibilidad de las fronteras africanas, avalado por razones de puro pragmatismo -en la medida en que su desaparición significaría abrir la caja de Pandora de los conflictos raciales y tribales que con mayor o menor virulencia afectan a la casi totalidad de los países del continente- es manejado sobre todo por aquellos países que como Argelia o Zaire salieron beneficiados por el trazado con tiralíneas de unos límites territoriales que no tomaban en cuenta las realidades étnicas, sociales y culturales de sus habitantes.
Aplicado a Marruecos al pie de la letra, dicho principio habría originado en cambio la creación de varias entidades estatales: .un Estado marroquí, ·un Estado rifeño, un Estado libre de Tánger, un Estado de Sidi-Ifni, un Estado de Tarfaya y un Estado saharaui. 
El lúcido intelectual magrebí Abadellah Laroui, citado por Goytisolo, señaló en su libro titulado “Los orígenes sociales y culturales del nacionalismo marroquí” que el colonialismo es el único responsable del estallido de las fronteras africanas.
.Como lo sabe todo el mundo, Europa despedazó las naciones de África en función de sus propios intereses. Ser progresista, pues, debería ser recrear las fronteras africanas previas sin atenerse a las impuestas por la presencia colonial.
Por nuestra parte, ya habíamos señalada anteriormente el absurdo que los límites coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay, Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que eran dominios de España.
Debe admitirse que no sólo las potencias coloniales pretendieron dibujar fronteras en función de sus intereses, también el gobierno argelino de Boumedián. Este desea para su país una salida Atlántica, señalaba Goytisolo ya a fines de la década iniciada en 1970 y además completar el cerco en torno a Marruecos.
El supuesto “progresismo” con el cual busca Argelia apoyo para el Polisario queda así, una vez más desenmascarado.
Cuando Argel sostiene el principio ético jurídico de la autodeterminación del pueblo saharaui, lo hace amparándose en el mucho menos noble y más realista y bastardo respeto a las fronteras trazadsa por el imperialismo colonizador. Aparte del caso del Sahara Occidental, nos recuerda la historia reciente, la diplomacia argelina no se ha mostrado jamás favorable a las aspiraciones de minorías oprimidas: condenó la secesión de Biafra, denunció el separatismo de Cabinda, e incluso apoyó a Addis Abeda contra los movimientos independentistas eritreos cuando que tenían bases étnicas, lingüísticas, religiosas y culturales infinitamente más razonables que aquella que invoca el separatismo “saharaui”. 

Dijo Aristóteles que no se puede ser y no ser algo, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto. Deberían recordarlo aquellos que se dicen progresistas, y basan sus argumentos en las fronteras impuestas por las potencias opresoras del pasado, y perpetúan el sufrimiento de los pueblos del Sahara con el único objetivo de convertir en negocio la ayuda humanitaria.







Independentistas patrocinados por opresores

En intento de presionar en la ONU a la Comunidad Internacional, y como derivación de su fracaso diplomático y propagandístico, el violentista Frente Polisario ha hecho sonar en estos días los tambores de guerra en una disputa en que el principal antagonista de Marruecos en realidad es Argelia.

Para comprenderlo, basta con informarse leyendo el erudito ensayo al respecto del actual Premio Cervantes de Literatura Juan Goytisolo, donde apunta el fracaso de España intentar crear un movimiento “independentista” saharaui que responda a Madrid, el PUNS. Dicho movimiento emergió con grandes recursos entre septiembre de 1974 y noviembre de 1975, etapa de las grandes maniobras diplomáticas en torno a la cuestión del Sahara.
El movimiento patrocinado por España no engañó a nadie, sobre todo por falta de experiencia política y convicción, y su secretario general y su tesorero terminaron huyendo a Rabbat para juramentar lealtad al rey de Marruecos.

Consumados estos hechos, narra Goytisolo, el edificio “independentista” laboriosamente levantado por España para seguir controlando el Sahara a través de testaferros se derrumba e irrumpe un movimiento que no figuraba en el programa.
Se trataba del Frente Polisario, creado el 20 de mayo de 1973 en Tinduf, con ayuda y protección de Argelia. Este grupo jamás se abocó a combatir al colonialismo español, por lo cual siempre fue tolerado por las autoridades fascistas del régimen franquista. Curioso movimiento independentista, su “lucha” no se centraba en combatir a los invasores europeos de su territorio sino al “anexionismo” marroquí.
Gracias a la formación política de los instructores argelinos, sus miembros centraban la propaganda en el carácter «reaccionario» de Marruecos y la índole progresista» de Argelia; exponían -siguiendo la pauta del Gobierno franquista- las ventajas económicas y políticas que la independencia otorgaría al país y prometían el apoyo fraternal de Argel " en caso de «agresión» marroquí. Sus lemas y consignas resultaban, sin duda, más atractivos que los del PUNS v actuaban sobre un terreno abonado: el de la tenaz propaganda antimarroquí, orquestada, con todos los medios, por la Administración española.

La evidencia histórica demuestra, pues, que el Polisario no fue creado para combatir al colonialismo español, que ya estaba condenado en aquella época (1973) sino para oponerse a Rabat y frustrar los objetivos de unidad territorial que el movimiento nacionalista marroquí perseguía desde que logró la independencia. Para corroborar esto, solo hay que recurrir a las declaraciones de los portavoces del Polisario a la prensa española, lo han confesado varias veces entre mayo y septiembre de 1975.

Como sucedió muchas veces con el régimen fascista español, los intereses del momento precipitaron en ese tiempo un acercamiento con Argel que pasó por alto las ideologías contrapuestas. Goytisolo recuerda la venta de gas natural argelino a España retribuida con inversión española en Argelia.
Durante el verano de 1975, las declaraciones de las diplomacias argelina y española ante el tribunal de La Haya muestran coincidencia absoluta. “Tocado por una gracia progresista y descolonizadora, el gobierno de Franco defiende para el Sahara Occidental unos derechos y libertades cuya reclamación en España conduce directamente a las comisarías y el Tribunal de Orden Público”.
Goytisolo recuerda que tras los últimos fusilamientos del franquismo, el de cinco militantes revolucionarios españoles el 27 de septiembre de 1975 en las ciudades españolas de Madrid, Barcelona y Burgos, los únicos países del mundo que se negaron a condenar los hechos fueron el Chile de Pinochet y la Argelia de Boumedian.
En aquella grave crisis fueron ejecutadas por fusilamiento cinco personas: tres militantes del FRAP, José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y dos militantes de ETA político-militar, Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui. Estas ejecuciones levantaron una ola de indignación contra el gobierno de España en todo el mundo, menos en la “progresista” Argelia.
La agonía de Franco, el fallo ambiguo del Tribunal de La Haya y La Marcha Verde precipitaron los acontecimientos. Ante la enorme movilización popular marroquí, los fascistas españoles descubrieron los amargos frutos de veinte años de errores, dilaciones, quimeras y autoengaño. 

Todavía más doloroso podría ser para ciertos “progresistas” españoles, que desde sus ONG se llenan el estómago y los bolsillos con tragedias como las de los pueblos del Sahara, acabar descubiertos ante la opinión pública como simples continuadores de los planes de su caudillo fascista.

La España nostálgica de sus glorias colonialistas


Decía un sociólogo que la causa “saharaui” es un invento español, y la reciente decisión de un juez de tomar parte en la controversia que sostiene Argelia con Marruecos respecto al Sahara es una prueba. 

El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz se ha declarado competente para juzgar a militares marroquíes basándose en la nacionalidad española que el caudillo de España por la gracia de Dios, Francisco Franco Bahamonde, y su presidente de gobierno Carrero Blanco, primer devoto del Opus Dei ascendido a los cielos en cuerpo y alma merced a una bomba de ETA, confirieron a los habitantes de la entonces provincia española del Sahara Occidental.

La historia recuerda cómo el dictador Oliveira Salazar convirtió en provincias portuguesas a sus colonias, y en ciudadanos portugueses de pura cepa a los habitantes de Angola, Mozambique, Macao en China y Goa, Damao y Diu en la India.

Buscando no ser menos, el almirante Carrero Blanco hizo provincia española de la colonia del Sáhara Occidental y, al estilo de un nuevo emperador Caracalla, distribuyó documentos de identidad españoles entre los “saharauis” del desierto. 

Dicen que en las cortes franquistas aparecía estos “españoles” del Sahara vistiendo sus túnicas, como si fueran visitantes del ficticio planeta Tatooine, inspirado en la no muy lejana ciudad tunecina de Tataouine.

La extravagante decisión del juez Ruz, como es costumbre, desató una fuerte campaña de los partidarios del “Sahara Libre” en todos los medios informativos a su alcance. Ya en 1979 el premio Cervantes Juan Goytisolo había escrito, en su ensayo “El Problema del Sahara” y con mucha razón, que la única victoria posible para los “saharauis” era la informativa.

La maniobra no tiene nada que ver con la soberanía marroquí sobre esa porción del Sahara, donde nacieron varias dinastías que gobernaron el Marruecos almorávide, y que por siglos estuvo bajo jurisdicción del sultán de Marruecos.

Una es la cuestión de Derechos Humanos, que puede sensibilizar a cualquiera, y otra muy diferente la soberanía de un territorio, que debemos suponer que ubican en el mapa los españoles que obtuvieron mejores calificaciones en geografía que Mariano Rajoy. La realidad histórica nos dice que los derechos humanos siempre se han violado alegando razones de estado.

En el afán de satisfacer el afán propagandístico de los partidarios de la “lucha saharaui”, nuestro héroe el juez Ruz está legitimando y dando por válida, la postrera maniobra de Carrero Blanco, que no era otra cosa que uno de los últimos estertores del régimen franquista. 

Curiosamente, este juez ha sido conocido como el “sustito de Garzón”, quien no pudo juzgar atrocidades de la dictadura de Franco. Tal vez con más suerte, Ruz ahora trata de juzgar a militares marroquíes dando legitimidad a las acrobacias de una agonizante dictadura, que puso poco después los pies en polvorosa, para huir cobardemente abandonando el Sahara a los moros.

Nobleza obliga reconocer que ni la república perdida por los españoles ante el fascismo, ni la dictadura fanquista, respetaron jamás derechos humanos en el Marruecos que el juez Ruz intenta ahora convertir en el villano de la historia.

Los obreros y campesinos del Rif o la Xebala no podían exponer sus ideales de libertad e independencia, y no tenían siquiera, ni bajo la égida de la presunta república española ni bajo el régimen falangista, derecho a sindicalizarse. Pero hoy esos principios son agitados en España, para colmo usando como pretexto una de las últimas y más torpes decisiones de la dictadura de Franco. 

Si Ruz quisiera hurgar en esta historia, podría ocuparse de los últimos fusilamientos del franquismo, el 27 de septiembre de 1975, y el silencio cómplice de las autoridades argelinas al respecto que destaca en su libro Goytisolo. 

Si aquello pudiera alguna vez clarificarse, una oprobiosa historia de colonialismo y opresión en el Sahara Occidental quedaría saldada.


La república perdida por la izquierda española

Dice Juan Goytisolo que hay opiniones prefabricadas como hay frases hechas, y que una vez sancionadas por una especie de asenso común, circulan como moneda contante y sonante, sin que nadie se tome la molestia de analizarlas y, con mayor razón, ponerlas en tela de .juicio.

Corresponde a la especie, sin lugar a dudas, la que favorece la lucha del “pueblo saharaui” en España, y que se extiende a través de un profuso entramado de ONG hasta el Caribe y América Latina. En esta última región, la posición que Cuba adoptara buscando su lugar en la guerra fría fue por mucho tiempo artículo de fe para la izquierda.

A propósito de tintes y filiaciones políticas, el Premio Cervantes Juan Goytisolo, aclaraba en su libro sobre la cuestión del Sahara que a pesar de identificarse con la causa marroquí en ese tema, sus simpatías políticas e ideológicas cuando escribió su ensayo iban hacia la Revolución argelina. Al respecto, el laureado escritor recuerda haber sido testigo durante su exilio en Paris de la violencia ejercida en esa ciudad contra las minorías argelinas, y se jacta de haber colaborado con su resistencia en tiempos en que luchaban por su independencia.

Pero Goytisolo también recuerda a los españoles uno de los capítulos más infames de su propia historia imperialista: la intervención político-militar española en Marruecos, que ha sido calificada, con razón, por un buen historiador de la misma, de «una de las más absurdas y criminales acciones coloniales de la historia mundial de la opresión de los pueblos».

A propósito cita el libro del comunista español Miguel Martín, quien analiza despiadadamente la política de los colonialistas, para quienes Marruecos era “un zoco, un mercado de ascensos y recompensas, medallas y cruces”, y no solo para los militares “africanos” sino también para los partidos políticos republicanos, especialmente aquellos que representaban a la clase obrera, desde el 14 de abril de 1931 hasta la victoria de Franco”. La posición de muchos sectores políticos de izquierda que siguen buscando sacar rédito político prolongando el conflicto del Sahara, confirma que en gran parte, Marruecos sigue siendo lo que era en la década de 1930 para muchos españoles. 

La realidad sobrepasa la imaginación: En los programas electorales de gobierno elaborados por el PSOE y el PC durante la república no figuraba, por ejemplo~ la menor referencia a las reivindicaciones nacionales y sociales del pueblo que la democracia española decía proteger.

Los obreros y campesinos del Rif o la Xebala no podían exponer sus ideales de libertad e independencia, y no tenían siquiera, bajo la égida de la presunta «República de trabajadores», derecho a sindicalizarse. Más significativo aún: ambos partidos marxistas no admitían en sus filas a ningún marroquí, y dicha segregación aberrante se mantuvo, según Martín, en lo que concierne al PC, durante los primeros diez años del franquismo, por más que la lógica y el simple sentido común reclamaran con urgencia la unificación de todas las fuerzas populares.

Con el levantamiento militar de Franco, los partidos marxistas, en vez de concretar y dar cuerpo a la alianza objetiva existente entre las fuerzas democráticas españolas y• los nacionalistas marroquíes, se lanzaron a una propaganda chovinista, abiertamente racista, que no distinguía entre manipuladores y manipulados y ponía a todo el pueblo marroquí en el mismo saco.

Goytisolo también cita que una propuesta de sublevar el Rif contra el Ejército de Franco a cambio de una promesa formal de independencia, fue inexplicablemente rechazada por el bando republicano durante la guerra civil, cuando que podría haber salvado la república.

El internacionalismo proletario podía esperar. «Dos pueblos oprimidos han favorecido a la opresión con su separación. El final no podía ser otro.» dice Goytisolo a manera de moraleja.

Con el agua al cuello y a punto de ahogarse los partidos de izquierda de la República, ignoraron aún las reivindicaciones legítimas de Marruecos. Ello mientas Franco ofrecía toda clase de promesas y facilidades a los nacionalistas y canalizaba hábilmente el resentimiento popular contra los atropellos y violaciones de los derechos humanos .llevados a cabo en nombre de la República.

Un marxista-leninista como Largo Caballero denunciaba en las Cortes que al conceder la libertad a los marroquís, Franco violaba los acuerdos internacionales que garantizaban la existencia del Protectorado. Durante dieciocho meses -el tiempo necesario para movilizar en su favor a la masa marroquí-, la zona del Protectorado español se convirtió en el mejor refugio y centro de propaganda nacionalista del mundo' árabe. Goytisolo lamenta, repasando esta historia, que la izquierda española sea incapaz de aprender de sus errores del pasado y reincida en los mismos. 

El resultado es conocido, los pueblos que no reflexionan sobre su propia historia están condenados a repetirla.




La voz de un premio Cervantes

En este mundo de falsedades, muchas veces la verdad escasea tanto como el agua en el desierto. Pero como alguna vez escribiera Antoine de Saint Exupéry en su cuento “Le petit Prince”, lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.

Juan Goytisolo, flamante premio Cervantes de Literatura, es uno de esos extraños intelectuales que jamás se dejó llevar por la corriente ni naufragó en la marea de mentiras que como una usina inagotable, surgían del desierto del Sahara marroquí.

Ello le llevó a publicar en 1979 un libro titulado “El problema del Sahara”, un brillante ensayo donde demuestra la incuestionable marroquinidad del territorio que algunos llaman Sahara Occidental. 

Goytisolo, quien en 1954 había publicado su primera novela titulada “Juego de Manos”, vivió mucho tiempo exiliado en Paris para alejarse de la inculta dictadura de Francisco Franco, que asolaba a España. Hoy disfruta en Marrakech de la desbordante cultura marroquí, tan abundante que hasta pudo regalarle jirones de ella a España en tiempos del imperio almorávide.

Fue precisamente ahí, en el camino de las Canarias y la hispanidad americana, en esa España genuina disfrazada de turbante, donde Goytisolo fue sorprendido por la noticia que su valiosa obra se había hecho acreedora del galardón más preciado.

Aquellos que se dejan influenciar por la propaganda, aseguran no comprender su apoyo a Marruecos en el tema del Sahara, dado que combate la dictadura y la injusticia en el resto del mundo. Ignorantes acaso de la realidad, desconocen que defender la verdad es la primera herramienta de liberación y la más justa de las causas.

La injusticia más bien es la que retrasó estos honores cabalgando sobre las falacias de aquellos que defienden la creación de un estado fallido en el desierto. Es que la causa humanitaria es un gran negocio, y ciertas ONG son especialistas en prolongar el sufrimiento humano para lucrar con las tragedias. Es el caso de los defensores de la “causa saharaui”, un mito español que por mucho tiempo relegó a un plano secundario a los verdaderos intelectuales, aquellos que no se humillan firmando comunicados y mintiendo solo para quedar bien. 

Dice Goytosolo que "la novela es un género omnívoro, puede incluir la poesía, pero la poesía no puede incluir la novela”. Quizás el éxito de este escritor omnívoro contribuya a echar luz sobre la verdad todavía difusa que esconde el Sahara, y marque el principio del fin para aquellos que se suben a un tren de mentiras solo para lograr una mínima pertinencia en ciertos círculos periodísticos.


Un mito español

El laureado escritor estadounidense Robert Penn Warren hizo notar que sentido histórico y el poético no tendrían que ser contradictorios, ya que si la poesía es el pequeño mito que hacemos, la historia es el gran mito que vivimos. El problema surge cuando llevados por el lirismo u otro interés, algunos pretenden vivir el mito como si fuera real.

Es el caso del “pueblo saharaui”, mito español si los hay, en cuya creación han intervenido tanto la fantasmática española como el deseo argelino de crear un contencioso que sirva a su vocación hegemónica en el Magreb.

El problema del Sáhara se planteó en 1974 como una controversia entre Marruecos y Argelia dado que, antes de esa fecha, Argelia sostenía oficialmente y en documentos que el Sáhara Occidental es inequívocamente una región marroquí. Sin embargo, sin decir agua va, el presidente argelino Boumediene cambió de postura. La razón es que estimó erróneamente que el Sáhara podría sumar un elemento más a la voluntad de Argelia de convertirse en la potencia regional. 

Cuando Francia iba a salir de Marruecos, las autoridades francesas llamaron a los marroquíes para arreglar el problema de las fronteras. Los franceses sabían que una parte del Sáhara argelino era en su origen marroquí, el mismo general De Gaulle dejó escritos al respecto. Entonces propusieron entregar ese territorio a cambio que Marruecos deje de ayudar a los independentistas argelinos, acuerdo que fue rechazado. El rey Mohamed V pospuso el arreglo para cuando los argelinos lograran su independencia, dado que los consideraba hermanos.

Sin embargo, pero éstos no tuvieron voluntad e incluso se envolvieron en una guerra con Marruecos en Octubre de 1963. Fue la guerra de las Arenas, en donde se luchó por el control de la misma zona donde hoy Argelia tiene confinado al “pueblo saharaui” y estos, a su vez, secuestrada a una ciudadana española.

Los argelinos pensaban que Marruecos abandonaría el Sáhara Occidental y que éste se convertiría en un Estado sometido a Argelia, que tendría así una salida hacia el Océano Atlántico. Marruecos intentó entonces negociar con el Frente Polisario, pero constató que estaba sometido a la voluntad de Argelia.

La propaganda en España dice hoy que el Sahara Occidental pertenece al pueblo saharaui, sin embargo este país nunca hizo propuestas de descolonización cuando estaba en el desierto. 

En filmaciones y crónicas de la época se ve a los españoles abandonando el Sahara y dejándolo en manos de los marroquíes, en ningún lado aparece el protagonismo del “pueblo saharaui”.

Hasta 1974-75, España nunca tuvo la idea de hacer un proyecto de descolonización pero planteado el problema de la aparición “saharui”, el rey Hassan II de Marruecos aceptó organizar un referéndum. Al respecto no hubo acuerdo, dado que el Polisario y Argelia sólo deseaban que voten las 75.000 personas que fueron censadas por España en 1975, hecho absurdo dado que hoy día existen decenas de miles de matrimonios entre saharauis y marroquíes, saharuis que han emigrado a otras regiones de Marruecos y marroquíes que se han radicado en el Sahara.

La pregunta que se plantea al observador neutral es si hay de verdad una región totalmente autónoma con un pueblo diferente en el Sáhara. La realidad dice que eso es un mito creado por los españoles, y que sólo existe en su imaginario.

La postura marroquí sobre el Sáhara no existe para muchos españoles, dado que Marruecos se ha mantenido ausente de la escena española, cuando éste es un país que merece que se dé a conocer la tesis marroquí. 

En el enredo y la confusión contribuyen, sin duda alguna, muchas ONG y comités de ayuda que lucran con la tragedia del Sahara, y su influencia en organismos multilaterales como la ONU es tan conocida como su capacidad para desinformar y prolongar conflictos de los que obtienen beneficios. La razón de un contencioso tan prolongado tiene, como siempre, condiciones subjetivas. Es que como afirmó un pensador, es más fácil desintegrar un àtomo que destruir un prejuicio.


Lejos de la independencia

Dijo un pensador que saber escuchar es el mejor remedio contra la soledad, por ello los que sólo escuchan su propia cantinela tienen pocas posibilidades de encontrar compañía. Es lo que sucede actualmente con los desfasados exponentes de la “causa saharaui” en el Sahara Occidental.

La propaganda del Frente Polisario pretende instalar al respecto que el Reino de Marruecos es un país aislado, con un régimen político infame, poco menos que un paria de la comunidad internacional. Paralelamente, se presentan a sí mismos como un dechado de virtudes que derrocha popularidad.

La verdad es muy distinta. La absoluta mayoría de los países serios e importantes del mundo jamás han reconocido a la RASD. En Sudamérica, nunca lo han hecho los países de mayor peso internacional, Chile, Argentina ni Brasil. Perú congeló sus relaciones con la misma el 9 de Septiembre de 1996. Paraguay suspendió sus relaciones con la RASD el 3 de enero del presente año.

Panamá, que había sido el primer país de América en alojar una embajada de la RASD, ha suspendido sus relaciones con la misma el 20 de noviembre de 2013. El único país americano de peso internacional que mantiene relaciones con la RASD, Venezuela, es un entusiasta importador del fosfato del Sahara, cuyo comercio los “saharauis” intentan infructuosamente bloquear.

Entre los países miembros de la ONU, unos 113 jamás reconocieron a la RASD. Han retirado, suspendido o congelado el reconocimiento otros 46 países, y apenas unos 34 la reconocen.

También han congelado relaciones o retirado el reconocimiento a la RASD países como Afganistán, Albania, Barbados, Benín, Burkina Faso, Burundi, Camboya, Colombia, Costa Rica, Dominica, Granada, Guinea Bissau, Haiti, India, Kiribati, Madagascar –el primer país que la había reconocido- Mauricio, Nauru, Papúa Nueva Guinea, República Dominicana, Islas Salomon, San Vicente y las Granadinas, Santa Lucía, Santo Tomé y Príncipe, Seychelles, Suazilandia, Togo, o Tuvalu.

Entre los pocos países que quedan para reconocer a la RASD, demás está decirlo, no existe uno solo que posea predicamente en materia de relaciones internacionales o esté libre de aislamientos o conflictos.

A pesar de ello, los líderes de la “RASD” falsean datos y emiten permanentes consignas que de manera autista, sólo las publica su propia agencia informativa. Detrás de este escenario, aparecen las ONG y su profuso despliegue periodístico militante, que como en muchos conflictos a lo largo y ancho del mundo, se encargan de echar leña al fuego para soliviantar los ànimos y perpetuar una tragedia de fácil finiquito. Es bien sabido que en la acción humanitaria hay mucho fraude. Lo que hay detrás de la enorme proliferación de ONG es un gigantescto negocio, que no puede subsistir sin conflictos prolongados.

Estos usurpadores de la representatividad popular instalados en las llamadas ONG, son personajes que se eligen como miembros a sí mismos y, a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.

Asì un abigarrado conglomerado de estos personajes reclaman la representación del pueblo español a través de minúsculos grupos y asociaciones que usualmente superan en número a la suma de sus miembros, y que dicen expresar solidaridad con el pueblo “saharaui”. Curiosamente, el líder “saharaui” instrumentado para tantos desmanes por Argelia, no es oriundo del Sahara y tiene a toda su familia viviendo en Marruecos sin sufrir represalia alguna.

Anécdotas aparte, quien algo conoce la historia africana sabe que Mauritania, el actual estado que toma la denominación de la antigua provincia el imperio romano en el Magreb, es una invención colonial, y que sus vastos desiertos estuvieron bajo la influencia de Marruecos por siglos. Dado que los límites reales del territorio de Marruecos alcanzaban el río Senegal, de ello se desprende que las tierras más del norte del Sahara eran también marroquíes.

Hacia 1700, fue el sultán marroquí Moulay lsmail quien designó a los gobernadores de Touat y Teghaza, y al emir de Trarza quien era uno de sus vasallos. Hacia finales del siglo XVIII la investidura de este emir seguía bajo la responsabilidad del sultán marroquí.

Las potencias coloniales aprovecharon la realidad que en el siglo XIX Marruecos había ingresado en un período de decadencia, y el poder de sus monarcas se encontraba debilitado. Francia sacó ventaja de esta situación; tomó parte del Sahara marroquí y lo anexó a Argelia. En los comienzos del siglo XX, esta tendencia se intensificó y España capturó todo el sur de Marruecos, desde Tarfaya en el norte hasta el territorio francés de Mauritania en el sur.

En realidad, es absurdo que los límites coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay, Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que eran dominios de España.

En fin, los argumentos para crear una estado fallido en el Sahara Occidental son tan absurdos como la lucha por la independencia de un territorio al que no pueden ingresar extranjeros si no son autorizados por el gobierno argelino, como hoy sucede en tierras “saharauis”. 

Definitivamente, analizando la pura realidad de este escenario, no cabe duda que el Sahara Occidental está cada vez más lejos de la independencia.


Sumando aliados


Dijo un filósofo de lo cotidiano que para todo problema humano hay siempre una solución fácil, clara, plausible y equivocada. Es lo que acontece con aquellos que proponen la creación de un estado fallido en el Sahara Occidental, dejándose llevar por su lirismo.

Afortunadamente, la sensatez parece ir ganando terreno en la comunidad internacional, y con ella, las posibilidades de aprobación del Plan de Autonomía marroquí para el Sahara.

Durante el corriente año 2014, Marruecos recibió dos importantes visitas sudamericanas, de cara al debate de su Plan de Autonomía como solución definitiva al conflicto en el Sahara Occidental. En enero visitó Rabat el presidente del grupo de amistad parlamentaria Argentina-Marruecos, diputado Alberto Cejas, quien aclaró a las autoridades que su país apoya el plan de autonomía marroquí.

También comunicó esa postura a los medios, al final de un encuentro con el presidente del Consejo Real Consultivo para los Asuntos del Sahara, (CORCAS), Khalihenna Ould Errachid, subrayando la convergencia de los puntos de vista entre Argentina y Marruecos sobre el expediente del Sáhara. 

A fines de abril y principios de mayo, Marruecos recibiò al presidente del Congreso Nacional paraguayo, Julio César Velásquez Tillería, quien también afirmò en Rabbat que Paraguay apoya una solución a la cuestión del Sahara bajo los auspicios de la ONU y en el respeto de la integridad territorial de Marruecos. 

"Confirmamos nuestro compromiso a trabajar para la consolidación de nuestras relaciones con Marruecos y reiteramos nuestra posición respecto a la cuestión del Sahara que apoya una solución bajo los auspicios de las Naciones Unidas y en el respeto de la integridad territorial de Marruecos a fin de llegar lo más antes posible a una solución a esta cuestión", señaló el titular del Senado de Paraguay a los medios, tras una entrevista con la ministra delegada ante el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Mbarka Bouaida. 

Velázquez visitó el Mausoleo Mohamed V (Sepulcro Real), donde depositó una corona de flores a nombre del Congreso Nacional Paraguayo. Seguidamente, mantuvo sendas entrevistas con el Presidente de la Cámara de los Consejeros, Dr. Mohamed Cheikh Biadillah, y con el Presidente de la Cámara de Representantes, Sr, Rachid Talbi Alami. 

Posteriormente, Velázquez dialogó con la Viceministra de Asuntos Extranjeros y Cooperación, Mbarka Bouaida, a quien expresó el compromiso de trabajar para la solución a la cuestión del Sahara. 

Velázquez también asistió a un almuerzo ofrecido por el Presidente de la Cámara de los Consejeros, Mohamed Cheikh Biadillah, y posteriormente mantuvo entrevistas con el Presidente del Consejo Real Consular de Asuntos Saharies, Sr. Khalihenna Ould Errachid; con el Ministro del Interior, Sr. Mohamed Hassad, y, finalmente, con el Jefe de Gobierno, Sr. Abdelillah Benkirane.

Aunque referentes políticos de otros importantes países sudamericanos como Brasil, Chile o Venezuela acostumbran declamar su solidaridad con la “causa saharaui” del Frente Polisario, que rechaza el plan de autonomìa marroquí, esa retórica no tiene acción consecuente. Todos estos países, incluso Venezuela, participan del comercio del fosfato sahariano que los “saharauis” intentan infructuosamente bloquear.

El plan marroquí de autonomía para el Sahara Occidental es la única salida “seria, realista y creíble”, según expresó el gobierno de Estados Unidos bajo la administración de Barack Obama. Las buenas relaciones entre Estados Unidos y Marruecos se remontan al tiempo en que el Sultán Mohammed III fue el primero jefe de estado del mundo en reconocer la independencia norteamericana, en 1777. En 1789, George Washington le escribió una famosa carta de agradecimiento a Mohammed, que fue recordada por John F, Kennedy al rey Hassan II, cuando éste visitó Washington en marzo de 1963.

Washington también considera que el Plan de Autonomía es la única vía para mejorar la situación de los Derechos Humanos en ese territorio, donde actualmente se encuentra secuestrada en un campamento saharaui la española Mayuba Handidaf. En tanto Marruecos siempre aclaró que su plan de autonomía es flexible, la contraparte se ha empeñado una y otra vez en evitar las coincidencias que puedan acabar con la tragedia de los campamentos de refugiados saharauis en Argelia. 

No es fácil advertir cuál de las dos posiciones es más adecuada. Es bien sabido que un mal plan es sobre todo aquel que no puede ser alterado.


Atrocidades polisarias

Dijo Ryszard Kapuściński que cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante,y un buen ejemplo lo constituyen las campañas de desinformación sobre el Sahara Occidental, donde las atrocidades cometidas por el Frente Polisario son ocultadas a la opinión pública mientras se enfatizan hechos imaginarios de arbitrariedad que invariablemente, se atribuyen al gobierno de Marruecos.

Buscando mostrar la otra cara de la moneda, el mes pasado las mujeres saharauis, con las caras cubiertas con velo, participaron por primera vez en una manifestación contra los dirigentes del Polisario en el campamento de Rabuni. Las manifestantes se reunieron durante una sentada observada fuera de las oficinas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), para denunciar el silencio de las organizaciones internacionales y la pasividad de las autoridades argelinas sobre los abusos y graves violaciones cometidos por el Polisario, de los derechos y libertades en los campamentos de Tinduf.

Las manifestantes saharauis, entre ellos muchos activistas del Movimiento de Jóvenes por el Cambio “MJPC” denunciaron a través de lemas, las imposiciones de las milicias del Polisario a los civiles en los campamentos. Entre otras iniquidades, denunciaron el acoso sexual del cual son a menudo victimas las viudas cuando van a pedir su ración de la ayuda alimentaria internacional. También enviaron videos denunciando la malversación de la ayuda internacional y las prácticas inhumanas contra los secuestrados de Tinduf.

También exigieron a las ONG de la región que investiguen los abusos y graves violaciónes cometidos por los torturadores y carceleros del Polisario en la horrorosa cárcel de “Al Rashid.”

Las denuncias no son nuevas, dado que incluso existen juicios abiertos en España por estos abusos, y recurrentes protestas contra el Polisario de activistas por los Derechos Humanos ante el Consejo de los Derechos Humanos (CDH) de la ONU en Ginebra. También recientemente, se desató una violenta manifestación en el campamento de El Aaiún, organizada por miembros de la tribu Rguibates-Jenhas, soliviantados por la detención de uno de los suyos, Ghilani Lahcen, un firme opositor de la dirección del Polisario.

El ejército argelino intervino en los disturbios, demostrando quiénes son los verdaderos amos de un pueblo que dice estar luchando por su “independencia”. Curioso concepto de soberanía el de los saharauis, dado que para dialogar con ellos se debe contar con autorización de Argelia.

También el comité internacional para el respeto y la aplicación de la carta africana de los derechos humanos y de los pueblos (CICAR), ha llamado la atención sobre estas graves violaciones de los derechos humanos en los campamentos de Tinduf. Denuncian que millares de personas estàn secuestradas, sin defensa, ni recursos. El CIRAC ha citado un informe elaborado en el 2010 por Amnistia Internacional, y que confirma que el Frente Polisario había confesado sus mismas atrocidades.

Ya durante los años 70 y hasta finales de los 80; aproximadamente 300 familias de civiles canarios se vieron afectadas por actos violentos. La mayoría fueron terribles explosiones de bombas que afectaron a operarios de la empresa española Fosbucrá, además de desapariciones, ametrallamientos, hundimientos y secuestros masivos a marineros españoles que faenaban en el caladero canario-africano, en el Sáhara español.

Los ametrallamientos y abordajes por el Polisario de pesqueros españoles desde mediados de los 70 y hasta finales de los 80 fueron numerosos. Uno de los ataques más sangrientos se produjo el 29 de noviembre de 1978, dos años antes de la desaparición del Mencey de Abona, cuando activistas saharauis asaltaron el Cruz del Mar y asesinaron a siete de sus 10 tripulantes. Los otros tres lograron salvar la vida arrojándose al mar. El 3 de noviembre de 1980, el pesquero grancanario Mencey de Abona desapareció a escasas millas de las costas del Sahara. Un mes más tarde el cadáver de Domingo Quintana, uno de los 17 tripulantes del barco, apareció flotando en el mar, atado de pies y manos y con signos evidentes de haber sido brutalmente golpeado y estrangulado antes de ser arrojado por la borda. Los cuerpos de sus 16 compañeros jamás fueron recuperados.

El 10 de enero de 1976 -hoy se cumplen 35 años- dos potentes bombas colocadas por los saharauis hicieron explosión junto a la cinta transportadora de fosfatos al paso de un convoy civil que se dirigía a El Aaiún. El conductor de uno de los vehículos, Raimundo Peñalver, falleció en el acto, y otros tres trabajadores españoles -entre ellos Francisco Jiménez, el padre de Lucía- resultaron gravemente heridos.

La explosión dejó ciego y sordo a Francisco, que falleció en 2006, un año antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reconociera, demasiado tarde, su condición de víctima del terrorismo. Numerosos españoles asesinados, heridos o secuestrados por el Frente Polisario, pese a haber ganado demandas judiciales, aún aguardan reparación moral e indemnización económica.

"En los últimos 35 años se ha construido una propaganda romántica en torno al Frente Polisario que no es real", afirma la presidenta de Acavite (Asociación Canaria de Víctimas del Terrorismo). La izquierda latinoamericana y la Cuba anti-imperialista se encuentra entre los más entusiastas difusores de esa imagen falsa, a pesar de que la “causa saharaui” ha contado en el pasado reciente con aliados tan imperialistas como Frank Ruddy, el fallecido ex administrador adjunto de la USAID (Siempre señalada por sus vínculos con la CIA) y diplomático investido nada más y nada menos que por Ronald Reagan.

Se ha dicho que no porque todo el mundo crea en una falsedad ésta se convierte en verdad. Es que como dijera Cervantes, la falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose. La desinformación en torno al “Sahara Occidental” y el Frente Polisario es una confirmación más de esa regla.


Rebelión en el Sahara

Escribió Bonaparte que la independencia, igual que el honor, es una isla rocosa sin playas. Es exactamente en lo que se han convertido los campamentos en el desierto del Sahara, donde el Frente Polisario sacrifica al pueblo por cuya independencia dice luchar.

Estos magrebíes secuestrados, que sobreviven en los campamentos de Tinduf, en realidad son cada vez más concientes de ser solo son rehenes al servicio de los cálculos políticos de los generales argelinos en la región, que a su vez son encubierto por la propaganda de las ONG que tienen intereses en mantener el conflicto para seguir lucrando con él e inundan con su propaganda los medios de todo el mundo.

La situación se asemeja bastante a los indígenas en países latinoamericanos como Paraguay, que generalmente se hacen visibles a los medios en plazas y otros espacios públicos de las ciudades, siguiendo directivas de los activistas de las ONG, que los utilizan para recaudar grandes sumas de ayuda internacional.

En estos campos olvidados del mundo, los pueblos saharianos no tienen derecho a la libre expresión, así como la prensa independiente no tiene acceso al lugar para dialogar con esta misma gente, que la propaganda de las ONG que lucran con la tragedia de estos pueblos presenta como víctimas del maléfico Reino de Marruecos. Lo peor de todo es que nadie en estos campamentos tiene derecho a abandonarlos sin autorización de la DRS argelina, que solo puede ser gestionada a través del Frente Polisario.

Por otra parte, la corrupción y otras prácticas delictivas como la utilización ilegal de la ayuda internacional en los campamentos de Tinduf ha sido denunciadas por ONG defensoras de los derechos humanos como la Fundación France Libertés, que fue creada por la difunta Danielle Mitterrand, esposa del que fue presidente de Francia, François Mitterrand.

Varias protestas se han sucedido al interior de los campamentos en los últimos tiempos, obligando en más de una ocasión al mismo líder del Polisario a huir del campamento de Rabuni, sede de su cuartel general. En su huida le acompañó su esposa Khadija Bent Hamdi, a la que fuentes internas acusan de malversar la ayuda internacional. 

Gran parte del descontento proviene del sector juvenil, que carece de respuestas de cara al futuro por parte de sus autoridades, que sostienen un conflicto absurdo basado en intereses creados.

Varios de ellos han intentado huir en los últimos tiempos, pero la empresa no es fácil dado que se exponen a las represalias argelinas. Se han denunciado varios casos en que refugiados que desean abandonar los campos son violentamente golpeados y humillados por soldados argelinas que luego los entregan a los servicios de seguridad del Polisario.

Paralelamente, manifestantes han denunciado en numerosas oportunidades la pasividad y cobardía de las autoridades “saharauis” ante torturas y vejaciones que los militares argelinos les hacen vivir continuamente en estos campamentos. 

Para colmo de absurdos, estos campamentos monitoreados por Argelia se encuentran en Tinfouf, anexada en 1934 por la administración francesa de Argelia. Luego de la independencia los argelinos simplemente no respetaron un acuerdo del año 1961 firmado entre el rey de marruecos Hassan II y Ferhat Abbas, que establecía claramente que respetar los límites del Sahara heredados por Argelia de la época colonial no puede constituir una obligación de Marruecos. 

Ya el naturalista y explorador francés Théodore André Monod había consignado que no le quedaba duda alguna de que Tindouf era por arquitectura, indumentaria de sus habitantes y cultura, un poblado netamente marroquí. “En Tindouf has llegado al Ksar(castillo) marroquí más sureño, no hay duda de ello” escribió 

En realidad, es absurdo que los límites coloniales impuestos por los europeos tengan que ser respetados por países independientes, como es absurdo luchar por la independencia de un territorio y tener que ser autorizados por el gobierno argelino para recibir extranjeros, como sucede con los saharauis. 

Sin embargo, la “causa” saharaui sigue recibiendo justificación de los interesados en perpetuar la tragedia de los pueblos del Sahara mientras puedan convertir en negocio a la desinformación y a la ayuda internacional. Probablemente la farsa concluirá cuando acabe la paciencia de los pueblos y la realidad social de las víctimas desborde a las mismas autoridades que dicen luchar con ellas, con una gran rebelión contra el Polisario en el Sahara Occidental. 

Es que como lo advirtiera hace ya decenas de siglos Marco Tulio Cicerón, no hay absurdo que no haya sido apoyado alguna vez por algún filósofo.


Felipe VI y el Sahara

Marruecos, como ya sucedió muchas veces con gobernantes españoles, fue el primer destino del recientemente coronado rey Felipe VI fuera de la Unión Europea.

Mohamed VI y Felipe VI se entrevistaron a mediados del presente mes de Julio en el Palacio Real de Rabat, donde el monarca español agradeció al rey alaouí la ratificación del acuerdo de pesca con la Unión Europea, aprobado por la Eurocámara en diciembre pasado, y que sólo estaba pendiente de la firma del rey de Marruecos.

El acuerdo resultó altamente beneficioso para España, que se lleva un centenar de las 126 licencias concedidas, sobre todo a andaluces y canarios. Este trato dará trabajo a unos 1.500 tripulantes de navíos pesqueros, además de incrementar en un tercio las posibilidades de pesca para la flota comunitaria..

Durante su estadía en el reino norafricano, el Rey marroquí ha impuesto a Felipe VI el Wissam Al Mohammadi, la más alta condecoración del reino alauí. Presenciaron el acto la esposa de Mohamed VI, Lalla Salma, su hermano, Mulay Rachid, y sus hermanas Lalla Asma, Lalla Hasna y Lalla Meriem.

Los Reyes de España fueron agasajados a su llegada con un iftar en su honor, la única comida del día con la que los musulmanes rompen el ayuno durante el mes de Ramadán.

Las visitas de jefes de Estado y de Gobierno no son habituales en Ramadán, cuando casi se paraliza la actividad del país, por lo que la predisposición de Marruecos para recibir a los reyes de España en estas fechas constituye una deferencia muy especial.

En Marruecos existen unas 800 empresas españolas instaladas, pero las que realizan negocios entre ambos países involucrados suman unas veinte mil. Los estrechos lazos entre España y Marruecos exteriorizados durante esta visita reflejan la voluntad mancomunada para enfocar los conflictos planteados por los asuntos de Ceuta, Melilla, y sobre todo el Sáhara Occidental.

Este nuevo acercamiento español, como era previsible, desató la ira del separatismo saharauis, cuyos líderes advirtieron en tono de amenaza que España se arrepentirá de no haber apoyado la causa saharaui.

El revés sufrido por los saharauis con España se sumó a la humillante objeción a recibir a Joaquim Chissano, que pretendía hablar a favor de ellos en nombre de la Unión Africana, por parte de Pekín y Moscú.

Desde hace cuarenta años, un grupo apoyado por Argelia viene realizando una infructuosa campaña separatista con respaldo de las ONG que lucran con el conflicto y su prensa adicta.

La posición de Marruecos fue siempre apetecida. Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles, ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí que los constructores de la Alhambra son abuelos de los españoles actuales y también de los actuales marroquíes.

No resulta extraño, pues, que Argelia pretenda amputar a Marruecos su territorio en busca de una salida atlántica que lo rescate de su confinamiento al Mediterráneo, y para ello instrumenta la “causa saharaui”.

Para justificar su “reclamo” de contramano a las razones políticas, históricas y económicas, los argelinos solventan varios campamentos, uno de ellos en Tinfouf (hoy en territorio de Argelia).

Precisamente sobre esta ciudad el explorador y naturalista francés Theodore Monod había señalado: “Cuando llegáis a Tindouf, has llegado al primer Ksar (castillo) marroquí. Tanto la arquitectura como la indumentaria constituyen testimonios fidedignos de ello”.

Desde tiempos del imperio almorávide (que era un imperio marroquí) todas las rutas que atravesaban el Sáhara y comunicaban el oeste africano con el Mediterráneo estaban bajo control marroquí. Fue con estas realidades en la mano que Hassan II declaró que recuperando el Sáhara Occidental restablecía las raíces de un árbol cuyas ramas ascendían al Mediterráneo. Esta realidad histórica y política incontestable tropieza con la visión que tiene la vieja Europa colonialista y eurocéntrica, y los intereses de sus activistas que viven en las ONG invocando supuestas causas altruistas, así como la falta de sinceridad en la política exterior de Argelia.

En este conflicto del norte de Africa muchos países latinoamericanos se han asomado con ojos ajenos cometiendo graves errores de apreciación, en desmedro de sus propios intereses, tomando partido por violentistas que se empecinan en crear un estado fallido.

El acercamiento de España a Marruecos constituye, en fin, cuando menos una señal para la hispanidad de replantearse la cuestión y repensar el Magreb, territorio poéticamente interpretado como un pedazo de Latinoamérica en Africa por el preclaro líder del Partido del Progreso y el Socialismo marroquí, Moulay Ismail Alaoui.

Y recordar sobre todo que se trata de la llave del estrecho de Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana; el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en el estratégico Estrecho de Gibraltar.


Yihad en el desierto?

Dijo Gandhi que la violencia es el miedo a los ideales de los demás, y observando al conflictivo grupo que Argelia inspiró y sufragó para lograr una salida al Atlántico a través del Sahara Occidental, es fácil advertir cuanta verdad encierra la frase.

La violencia está presente en todo lo relacionado al Frente Polisario, grupo que lidera la “lucha” por el Sahara Occidental, e impregnan inclusive en las palabras que dedican a sus detractores.

Según analistas de la situación del Magreb, el yihadismo también avanza de manera alarmante en los campamentos de refugiados y deportados saharauis en Tinduf (Sáhara argelino). 

Decenas de miles de personas viven pasan permanentes penurias en los campamentos solventados por Argelia y ciertas ONG fantasmas que lucran con el conflicto del Sahara, en medio del desierto, donde subsisten pidiendo ayuda internacional y solidaridad para una causa sin visos de éxito alguno.

La malversación de esa ayuda, para mayor desánimo, fue denunciada por France Libertés, ONG que fue creada por la difunta Danielle Mitterrand, esposa del que fue presidente de Francia, François Mitterrand. 

La mayoría de los “saharauis” viven en estos campamentos en una condición muy cercana a secuestrados, en medio de dolorosas precariedades y necesidades, tan sólo para justificar el lucro de los dirigentes del Polisario y de la denominada República Árabe Saharaui Democrática (RASD), fantoches al servicio de los generales argelinos que se dan la gran vida con el pretexto de una lucha independentista sin destino.

Aunque el Frente Polisario desmiente sus vínculos con el terrorismo y acusa a medio mundo de estar manipulado por los servicios secretos marroquíes, el oro del rey de Marruecos o el majzen, lo cierto es que la frustración que embarga a la juventud y el libreto fanatizado del Polisario constituye un criadero de radicalismo.

Muchos jóvenes saharuis que han sido ganados por el desencanto, y ya no creen en Mohamed Abdelaziz, advierten que algunas mezquitas de Tinduf se han convertido en lugares donde los yihadistas reclutan a seguidores para unirse al combate. Según ‘futurosaharaui’, la dirección del movimiento independentista se plantea enviar imanes a la wilaya (provincia) argelina de Adrar para que reciban una formación islámica moderada, hecho que ya en sí implica preocupación en filas del Polisario por el creciente yihadismo. La misma ONU, en su último informe sobre el conflicto saharaui alertó sobre “una frustración cada vez más grande en las poblaciones de los campos de Tinduf, sobre todo entre los jóvenes”, y destacó la existencia de “importantes actividades criminales y extremistas en la región”. Incluso un dirigente del Polisario residente en España reconoció que “en Tinduf hay jóvenes que se han dejado manipular por los yihadistas, porque los extremistas están entre nosotros como en todos partes”, Los antecedentes de violencia en filas saharauis son bien conocidos. 

Para dimensionar la tendencia, basta recordar que décadas atrás, un grupo de estos extremistas fueron tan audaces como para abrir fuego contra el patrullero naval español Tagomago P22, matando a uniformados a bordo, o mencionar que el mismo territorio continental de España aparece en un mapa de propaganda del Estado Islámico como ocupado por infieles. En la serie de atentados terroristas perpetrados por estos extremistas, también perdieron la vida decenas de civiles españoles y ciudadanos de otras nacionalidades que simplemente ejercían su oficio de pescadores, mineros o camioneros.

No es muy fácil comprender que a medida que su discurso se radicaliza y la causa “saharaui” se torna políticamente más marginal, crecen las posibilidades de incubar yihadistas en sus filas, con más razón considerando la sensación de impotencia que los embarga al ser ignorados por la comunidad internacional. Tal es su autismo, que no advierten que sus inflamadas consignas sólo las publica su propia prensa militante a través de su propia agencia informativa. 

La violencia es también, como expresara Isaac Asimov, el último recurso del incompetente. La incapacidad del Polisario para convencer de la justicia de su “causa” en el Sahara Occidental, es un buen ejemplo.


Mas allá del Sahara

Dicen que muchas veces entre la derecha y la izquierda sólo existe una comedia, y el mito compartido por ambas sober el Sahara Occidental es un ejemplo al respecto.

Quien conoce la historia del Àfrica sabe que la reivindicación marroquí sobre el Sáhara es absolutamente incontestable, y que este país estuvo en posesión de ese territorio por tanto tiempo que no puede existir una duda razonable al respecto. Nada más y nada menos que cinco dinastías reales marroquíes emergieron de lo que hoy se llama Sáhara Occidental, el gran sur saharaui. La primera de estas dinastías, por citar una, era la almorávide, que se extendía desde el valle del Senegal hasta el centro de España construyendo el imperio de las dos riberas, que era un imperio marroquí.

También existían realidades políticas y económicas. Todo el valle del río Senegal y el valle del río Níger estaban orientados y pendientes de Marruecos. En el siglo XVI, incluso Tombuctú era una ciudad marroquí, y el rezo en esa ciudad se proclamaba en nombre del sultán de Marruecos. El mismo Pasha con jurisdicción sobre Tombuctú era marroquí, y Mauritania misma era una dependencia de Marruecos, que investía sus emires.

Esta raigambre histórica marroquí creó un complejo de inferioridad en algunos estados como el de Argelia, que miran con envidia a Marruecos, un antiguo estado nación. Como referencia basta señalar que cuando Hugo Capeto era rey de Francia en el año 987, la monarquía marroquí ya tenía casi dos siglos de antigüedad. Este estratégico país del norte del Africa tuvo la mala fortuna de ser ampliamente amputado durante el período colonial, al este y el sur. Responsable de esta amputación fue en gran medida Francia, que le cercenó un gran territorio al este cuando creó Argelia, empujando al oeste las fronteras de Marruecos. 

Sobre el punto, Mokhtar Ould Daddah, en “Mauritania contra olas y mareas” consigna el acierto del general francés Charles de Gaulle cuando insistió en la importancia que la República Islámica de Mauritania salve sus diferencias con Marruecos. Al tiempo de especificar que Francia mantenía su compromiso de defender la integridad del territorio de Mauritania, recuerda que De Gaulle le expresó: “Francia se sentiría muy incómoda si tuviera que luchar contra Marruecos si este país decidiera invadir Mauritania. Esta posibilidad es muy previsible porque Marruecos restituirá Tindouf a su administración luego del fin inminente de la guerra argelina. En primera instancia, porque tanto la región como la ciudad son marroquíes y han sido cedidas a Argelia por Francia, la cual considera que un retorno a un reinado jerifano sería una situación obvia. En segunda instancia, existe un acuerdo entre Marruecos y el PGAR para realizar una corrección a los límites entre ambos países luego de la independencia argelina. Tal corrección incluirá probablemente Tindouf dentro del territorio marroquí.” 

El mismo naturalista y explorador francés Théodore André Monod había consignado que no le quedaba duda alguna de que Tindouf era por arquitectura, indumentaria de sus habitantes y cultura, un poblado netamente marroquí. “En Tindouf has llegado al Ksar(castillo) marroquí más sureño, no hay duda de ello” escribió. 

Sin embargo, Tinfouf fue anexada en 1934 por la administración francesa de Argelia, y luego de la independencia los argelinos simplemente no respetaron un acuerdo del año 1961 firmado entre el rey de marruecos Hassan II y Ferhat Abbas, entonces presidente del gobierno provisional de la república de Argelia. En ese tratado se establecía claramente que respetar los límites del Sahara heredados por Argelia de la época colonial no pueden constituir una obligación de Marruecos. 

En realidad, es absurdo que los límites coloniales impuestos por los europeos tengan que ser respetados por países independientes, como es absurdo luchar por la independencia de un territorio y tener que ser autorizados por el gobierno argelino para recibir extranjeros, como sucede con los saharauis. 

Al sur Marruecos también sufrió una amplia amputación a manos de España, dando origen a una entidad que hoy muchos llaman Sáhara Occidental. 

Las raíces de varias dinastías de reyes marroquíes fueron así cortadas por esta ocupación española, que estableció en conjunto con la ocupación francesa unas fronteras artificiales, inventadas por los conquistadores europeos. La disputa con Argelia estaba cantada, dado que este país se había adjudicado el este de Marruecos hasta la región de Colomb Beshar (Béchar), que siempre había estado en territorio marroquí, al igual que Tinduf. Marruecos logró recuperar, sin embargo, la región sur de su territorio –el “Sahara Occidental”- que en medio de dudas, España buscaba independizar para conservar su influencia en África, desde siempre ligada a sentimientos nacionalistas del ejército español. Fue entonces que el rey Hasan II de Marruecos se dirigió a la Corte Internacional de Justicia, en respuesta a la pretensión española de crear una ficticia entidad llamada Sáhara Occidental, para inventar al sur de Marruecos un estado tan artificial como Argelia, creada por Francia. Para sobrevivir, el estado “saharaui” tendría que contar con apoyo de Madrid, y se convertiría en un estado frágil, inestable y totalmente dependiente de España. La posta intervencionista sería tomada por Argelia, que siempre padeció un complejo de inferioridad con respecto a Marruecos, sobre todo por su carencia de raigambre histórica para justificar su propia existencia como estado-nación. Aunque Túnez y Marruecos siempre existieron, cuando Francia llegó a lo que hoy es Argelia este país era una dependencia turca, totalmente disociada, y no existía un estado argelino aunque hubiera un reino de Tremecén y existieran otras entidades. 

Dijo el poeta italiano de origen germano Aruto Graf que la locura y la cordura son dos países limítrofes, de fronteras tan imperceptibles, que nunca puedes saber con seguridad si te encuentras en el territorio de la una o en el territorio de la otra. Podría decirse lo mismo de quienes dicen luchar por su independencia participando del montaje argelino de los saharaui, aunque solo sean ONG que invocan causas altruistas para embolsar ayuda internacional.


 Sahara Marroquí, hasta el fin de los tiempos


Dijo un pensador que una inteligencia superior se reconoce cuando es capaz de sostener dos ideas contrarias en la misma mente, y es lo que al parecer se manifiesta cuando algunos voceros de autoridades de América Latina pontifican sobre la cuestión del Sahara Occidental.

A pesar de las proclamas inflamadas de algunos de estos referentes políticos latinoamericanos, en la realidad las expresiones de deseos, gestos y palabras, no tienen acción consecuente.

Un ejemplo es el tema del fosfato del Sahara. 

A lo largo de décadas, el Frente Polisario y los saharauis han apelado a todo tipo de campañas mediáticas para intentar evitar que Marruecos ejerza su legítima soberanía sobre su ancestral territorio del Sahara. En su afán de impedir que Marruecos venda los productos de un territorio que le pertenece, incluso han consumado atentados terroristas contra pesqueros y operarios de nacionalidad española, que quedaron impunes.

Pero a pesar de toda la propaganda que realizan contra Marruecos, en América Latina los países más importantes como Argentina, Brasil, Chile y Venezuela siguen comerciando con Marruecos ese producto ignorando el imaginario bloqueo comercial que los títeres de Argelia agrupados en el Frente Polisario pretenden imponer.

Una intensa campaña que se sabe dirigida por Ramatane Lamamra y la diplomacia argelina establece constante presión sobre Francia y España, endilgando a sus respectivos gobiernos la responsabilidad de apoyar el plan de autonomía propuesto por Marruecos para poner fin a este conflicto. Paralelamente atacan de manera deliberadamente violenta, el Consejo de Seguridad de la ONU, acusadolo de “complicidad” con Marruecos.

Las autoridades de Rabat han manifestado en numerosas ocasiones que este conflicto, heredado de la guerra fría, se resolverá el día que Argel lo desee y deje de maniobrar con sus marionetas en el Sahara marroquí.

Detrás de este escenario, aparecen las ONG y su profuso despliegue periodístico militante, que como en muchos conflictos a lo largo y ancho del mundo, se encargan de echar leña al fuego para soliviantar los ànimos y perpetuar una tragedia de fácil finiquito.

Estos usurpadores de la representatividad popular instalados en las llamadas ONG, son personajes que se eligen como miembros a sí mismos y, a pesar de contar con tan débil respaldo popular, reclaman la totalidad de la representación social y por ende, funciones, derechos y privilegios que corresponden a entidades legítimas.

Asì un abigarrado conglomerado de estos personajes reclaman la representación del pueblo español a través de minúsculos grupos y asociaciones que usualmente superan en número a la suma de sus miembros, y que dicen expresar solidaridad con el pueblo “saharaui”. Curiosamente, el líder “saharaui” instrumentado para tantos desmanes por Argelia, no es oriundo del Sahara y tiene a toda su familia viviendo en Marruecos sin sufrir represalia alguna.

Anécdotas aparte, quien algo conoce la historia africana sabe que Mauritania, el actual estado que toma la denominación de la antigua provincia el imperio romano en el Magreb, es una invención colonial, y que sus vastos desiertos estuvieron bajo la influencia de Marruecos por siglos. Dado que los límites reales del territorio de Marruecos alcanzaban el río Senegal, de ello se desprende que las tierras más del norte del Sahara eran también marroquíes.

Hacia 1700, fue el sultán marroquí Moulay lsmail quien designó a los gobernadores de Touat y Teghaza, y al emir de Trarza quien era uno de sus vasallos. Hacia finales del siglo XVIII la investidura de este emir seguía bajo la responsabilidad del sultán marroquí.

Las potencias coloniales aprovecharon la realidad que en el siglo XIX Marruecos había ingresado en un período de decadencia, y el poder de sus monarcas se encontraba debilitado. Francia sacó ventaja de esta situación; tomó parte del Sahara marroquí y lo anexó a Argelia. En los comienzos del siglo XX, esta tendencia se intensificó y España capturó todo el sur de Marruecos, desde Tarfaya en el norte hasta el territorio francés de Mauritania en el sur.

En realidad, es absurdo que los límites coloniales impuestos al desierto del Sahara ayer, por los conquistadores y esclavistas europeos, tengan que ser hoy respetados por países independientes como pretenden las raíces intelectuales de los argumentos “saharauis”. Si esto fuera lo razonable, en Sudamérica no deberían existir países como Paraguay, Uruguay o Bolivia, que deberían anexarse a la Argentina, pues todos ellos integraban el Virreinato del Rìo de la Plata en tiempos que eran dominios de España.

En fin, los argumentos para crear una estado fallido en el Sahara Occidental son tan absurdos como la lucha por la independencia de un territorio al que no pueden ingresar extranjeros si no son autorizados por el gobierno argelino, como hoy sucede en tierras “saharauis”. 

Si como escribiera un pensador la lucha organizada y consciente emprendida por un pueblo colonizado para restablecer la soberanía de la nación constituye la manifestación más plenamente cultural que existe, simplemente deja de ser tal cuando descansa sobre la matriz colonial de sus mismos opresores. 


Frágil memoria de España ante el terrorismo

El 24 de Septiembre de 1985 el presidente del gobierno español Felipe Gonzalez partía rumbo a México y New York, cuando fue abordado por la prensa española. “Espero que la liberación de los pescadores se produzca hoy o mañana, pero hasta que no se resuelva el problema humano no voy a hacer ningún tipo de manifestación de otra naturaleza”, señalaba en alusión al ataque sufrido por el pesquero “Junquito”, cobardemente agredido por el Frente Polisario en aguas marroquíes, pocos días antes. 

Guillermo Batista Figueroa, de 63 años, casado y con tres hijos, era contramaestre de El junquito, y fue la mortal víctima del ametrallamiento. La embarcación pacífica quedó varada en el lugar del suceso, y en su casco se apreciaban cuatro orificios por encima de la línea de flotación. Estos Impactos habían sido originados desde tierra, "de forma instantánea", por una ametralladora de 12,7 milímetros y por unas granadas anticarro.

Los seis tripulantes sobrevivientes de la embarcación fueron secuestrados, y una profunda consternación embargó los espíritus de los que seguían los hechos por la prensa.

Pero la sed de sangre del Polisario todavía no se había aplacado con la de Batista.

El 21 de septiembre de 1985 mientras buscaba al pesquero "Junquito", el patrullero español Tagomago P22 recibió 48 impactos de entre 12,7 y 106 mm desde costa, lamentando la pérdida del Cabo Segundo José Manuel Castro Rodríguez. Se destacó la notable labor del Alférez Médico D. Antonio José Acosta Martínez, quien salvó la vida de varios heridos. Al frente de una dotación de 28 hombres de que constaba esta patrullera, figuraba un teniente de navío apellidado Olmo, que ordenó a su nave alejarse del lugar.

Ambos navíos españoles, el Junquito y el Tagomago, fueron atacados a 1,5 millas de la costa sahariana, en una zona marítima cercana a la frontera entre el antiguo Sáhara español y Mauritania, donde existìa la ventana de seguridad (zona de guerra) más alejada al sur del territorio del Sáhara occidental administrado por Marruecos.

El Frente Polisario jamás negó los ataques, e incluso llamó a la redacción del diario El País de España para reivindicarlos. Era el agradecimiento que recibía Madrid pocos meses después de haber votado, en las Naciones Unidas, una resolución favorable al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

Como derivación de los graves hechos Ahmed Bujari, representante del Frente Polisario para Europa, fue detenido el 2 de Octubre de 1985 por la policía española y luego conducido al aeropuerto de Madrid-Barajas, desde donde fue expulsado de España.

Pero los incidentes del Junquito y el Tagomago distan mucho de haber sido los únicos.

El 29 de noviembre de 1978, activistas saharauis asaltaron el Cruz del Mar y asesinaron a siete de sus 10 tripulantes. Los otros tres lograron salvar la vida arrojándose al mar. El 3 de noviembre de 1980, el pesquero grancanario Mencey de Abona desapareció a escasas millas de las costas del Sahara. Un mes más tarde el cadáver de Domingo Quintana, uno de los 17 tripulantes del barco, apareció flotando en el mar, atado de pies y manos y con signos evidentes de haber sido brutalmente golpeado y estrangulado antes de ser arrojado por la borda. Los cuerpos de sus 16 compañeros jamás fueron recuperados.

El 10 de enero de 1976 dos potentes bombas colocadas por los saharauis hicieron explosión junto a la cinta transportadora de fosfatos al paso de un convoy civil que se dirigía a El Aaiún. El conductor de uno de los vehículos, Raimundo Peñalver, falleció en el acto, y otros tres trabajadores españoles -entre ellos Francisco Jiménez, el padre de Lucía- resultaron gravemente heridos.

La explosión dejó ciego y sordo a Francisco, que falleció en 2006, un año antes de que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reconociera, demasiado tarde, su condición de víctima del terrorismo. Numerosos españoles asesinados, heridos o secuestrados por el Frente Polisario, pese a haber ganado demandas judiciales, aún aguardan reparación moral e indemnización económica.

Aunque por estas fechas se cumplieron ya casi tres décadas desde los incidentes del Junquito y el Tagomago, el Frente Polisario, con la ayuda económica de Argelia (que pretende una salida al Atlántico), sigue amenazando con violencia e insistiendo en crear un Estado independiente. Sobre el mismo, analistas internacionales ponen de manifiesto que estaría abocado, sin remedio, a convertirse en un Estado fallido que comprometería la estabilidad en toda la región.

Lo peor de todo es la frágil memoria de España, que olvida los desmanes ya ocasionados por el Polisario y sigue inspirando y sufragando activistas de ONG que lucran con la “causa” del Sahara Occidental. El olvido de estos españoles, obviamente, está lleno de memoria.

Es como ya lo advirtiera un famoso pensador sobre la memoria, nunca debe guardarse en la cabeza aquello que cabe en un bolsillo.


Haciendo el ridículo en América Latina 

La posición de Marruecos fue siempre apetecida. Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles, ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí que los constructores de la Alhambra sean abuelos de los españoles actuales y también de los actuales marroquíes. 

Relata el geógrafo francés Gautier, que hasta no hace mucho y quizá todavía, las familias andaluzas de Marruecos conservaban preciosamente guardadas las llaves de la casa ancestral en Sevilla y Granada. Es el territorio donde se refugió la élite del Islam Occidental luego de abandonar España. Al refugiarse en Marruecos luego de abandonar España, el Islam occidental le dotó de alma, esparciendo trozos de Andalucía. Absurdo sería reclamarles certificado de hispanidad. 

¿Cuál es el motivo que separa a Latinoamérica de esta posición tan preciada en la geopolítica mundial? Daría risa si no fuera tan trágico: un grupo de nómadas financiados por Argelia, triste resabio de la odiosa guerra fría, que dicen ser “dueños ancestrales” del Sahara Occidental. 

El líder de estos comediantes, que vive como un príncipe oriental, ha sido denunciado por atroces violaciones de los derechos humanos en Tinduf. Es él quien acapara para su propio provecho las enormes sumas de ayuda internacional que su pueblo jamás ve. 

Pero como no hay mal que dure cien años, sus atrocidades han empezado a ver la luz en España. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz escuchó recientemente a dos víctimas del Frente Polisario, Saadani Malainine y Dahi Aguai, presidente de la Asociación de los Desaparecidos del Polisario, así como otros testigos que interpusieron una querella hace seis años contra los dirigentes de esta organización que sigue amenazando con más violencia. 

A estos acusados de cometer genocidio contra su propio pueblo solo para montar una farsa en propio beneficio, es a quienes inútilmente siguen creyendo algunos gobiernos, haciendo que sus compatriotas pierdan mucho más que lo que reciben, con un conflicto en el que ganan muy pocos y demasiado lejos. Lògicamente, entre los que ganan se encuentran un puñado de activistas de ONG que se eligen a sí mismos y con tan débil respaldo popular usurpan la representatividad de los pueblos para lucrar con las tragedias humanas. En Latinoamérica son bien conocidos por invocar causas altruistas para embolsar fuertes sumas en ayuda internacional. 

Las proclamas inflamadas que la prensa militante “saharaui” difunde ruidosamente, afirmando que los gobiernos latinoaméricanos apoyan al Frente Polisario, raras veces han ido más allá de la retórica. Su más fanatizado aliado, el aislado gobierno de Cuba, carece de proyección internacional y coherencia para contagiar a la región de su entusiasmo por la causa del Polisario. Para esclarecer su falta de coherencia, basta saber que con su apoyo al separatismo saharaui defienden la misma causa que Frank Ruddy, quien fuera alto funcionario de USAID –a la que los cubanos siempre acusan de injerencia- y embajador nada menos que de Ronald Reagan, así como preclaro referente de la ultraderecha del partido republicano de EEUU. 

En la Venezuela bolivariana, a la que el Polisario gusta presentar en los papeles como aliada suya, la empresa Tripoliven procesa alrededor de 100.000 toneladas de roca fosfática al año, en su mayoría comprada a Marruecos –incluyendo la de procedencia saharaui- para suministrarla a la industria de detergentes del país. Para mayor humillación del Polisario, el fosfato del Sáhara Occidental también llega a Sudamérica a nombre de una empresa de capital estatal venezolano. Se trata de Monómeros, la única empresa filial en la que participa Pequiven, con sede fuera del territorio venezolano, creada para promover productos químicos básicos e intermedios a la industria manufacturera y fertilizantes para el agro. 

Ninguno de los tres países sudamericanos más importantes para el comercio mundial: Ni Argentina, ni Brasil ni Chile, se han pronunciado a favor de la causa que defiende el Polisario. Y no resulta sorprendente, por lo tanto, que sea justamente en Argentina y Brasil, donde la empresa nacional de fosfato de Marruecos (OCP).marroquí mantiene sus principales oficinas en la región. Vale decir, aunque el Polisario se jacta de haber aislado a Marruecos, en América Latina su causa es olímpicamente ignorada en la práctica.

Para el MERCOSUR, definitivamente, es la hora de abandonar la retórica y pensar en Marruecos....La llave del estrecho de Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana; el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en África.


 La historia junto a Marruecos

La posición de Marruecos fue siempre apetecida. Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles, ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí que los constructores de la Alhambra sean abuelos de los españoles actuales y también de los actuales marroquíes. 

Relata el geógrafo francés Gautier, que hasta no hace mucho y quizá todavía, las familias andaluzas de Marruecos conservaban preciosamente guardadas las llaves de la casa ancestral en Sevilla y Granada. Es el territorio donde se refugió la élite del Islam Occidental luego de abandonar España. Al refugiarse en Marruecos luego de abandonar España, el Islam occidental le dotó de alma, esparciendo trozos de Andalucía. Absurdo sería reclamarles certificado de hispanidad. 

¿Cuál es el motivo que separa a Latinoamérica de esta posición tan preciada en la geopolítica mundial? Daría risa si no fuera tan trágico: un grupo de nómadas financiados por Argelia, triste resabio de la odiosa guerra fría, que dicen ser “dueños ancestrales” del Sahara Occidental. 

El líder de estos comediantes, que vive como un príncipe oriental, ha sido denunciado por atroces violaciones de los derechos humanos en Tinduf. Es él quien acapara para su propio provecho las enormes sumas de ayuda internacional que su pueblo jamás ve. 

Pero como no hay mal que dure cien años, sus atrocidades han empezado a ver la luz en España. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz escuchó recientemente a dos víctimas del Frente Polisario, Saadani Malainine y Dahi Aguai, presidente de la Asociación de los Desaparecidos del Polisario, así como otros testigos que interpusieron una querella hace seis años contra los dirigentes de esta organización que sigue amenazando con más violencia. 

A estos acusados de cometer genocidio contra su propio pueblo solo para montar una farsa en propio beneficio, es a quienes inútilmente siguen creyendo algunos gobiernos, haciendo que sus compatriotas pierdan mucho más que lo que reciben, con un conflicto en el que ganan muy pocos y demasiado lejos. Lògicamente, entre los que ganan se encuentran un puñado de activistas de ONG que se eligen a sí mismos y con tan débil respaldo popular usurpan la representatividad de los pueblos para lucrar con las tragedias humanas. En Latinoamérica son bien conocidos por invocar causas altruistas para embolsar fuertes sumas en ayuda internacional. 

Las proclamas inflamadas que la prensa militante “saharaui” difunde ruidosamente, afirmando que los gobiernos latinoaméricanos apoyan al Frente Polisario, raras veces han ido más allá de la retórica. Su más fanatizado aliado, el aislado gobierno de Cuba, carece de proyección internacional y coherencia para contagiar a la región de su entusiasmo por la causa del Polisario. Para esclarecer su falta de coherencia, basta saber que con su apoyo al separatismo saharaui defienden la misma causa que Frank Ruddy, quien fuera alto funcionario de USAID –a la que los cubanos siempre acusan de injerencia- y embajador nada menos que de Ronald Reagan, así como preclaro referente de la ultraderecha del partido republicano de EEUU. 

En la Venezuela bolivariana, a la que el Polisario gusta presentar en los papeles como aliada suya, la empresa Tripoliven procesa alrededor de 100.000 toneladas de roca fosfática al año, en su mayoría comprada a Marruecos –incluyendo la de procedencia saharaui- para suministrarla a la industria de detergentes del país. Para mayor humillación del Polisario, el fosfato del Sáhara Occidental también llega a Sudamérica a nombre de una empresa de capital estatal venezolano. Se trata de Monómeros, la única empresa filial en la que participa Pequiven, con sede fuera del territorio venezolano, creada para promover productos químicos básicos e intermedios a la industria manufacturera y fertilizantes para el agro. 

Ninguno de los tres países sudamericanos más importantes para el comercio mundial: Ni Argentina, ni Brasil ni Chile, se han pronunciado a favor de la causa que defiende el Polisario. Y no resulta sorprendente, por lo tanto, que sea justamente en Argentina y Brasil, donde la empresa nacional de fosfato de Marruecos (OCP).marroquí mantiene sus principales oficinas en la región. Vale decir, aunque el Polisario se jacta de haber aislado a Marruecos, en América Latina su causa es olímpicamente ignorada en la práctica.

Para el MERCOSUR, definitivamente, es la hora de abandonar la retórica y pensar en Marruecos....La llave del estrecho de Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana; el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en África.


 Marionetas de Argelia en el desierto

Se ha dicho que es un error llamar razonamiento a buscar argumentos ridículos para seguir creyendo en lo que se cree, y los defensores del montaje argelino de los saharaui lo demostraron recientemente en este espacio. 

Recientemente opiné, a través de esta columna, sobre el ya longevo conflicto del Sahara Occidental, antiguo Sahara español, con las mismas ideas anteriores al recorrido que realicé en febrero pasado por Marruecos, dialogando con su pueblo y sus líderes y recorriendo su extensa y bella geografía.
 

En lugar de argumentos que puedan rebatir los míos, recibí la característica andanada de ataques personales que caracteriza como reacción a los miembros de ONG reaccionarias cuando no pueden rebatir argumentos.
 

En realidad mi crítica en principio no estuvo dirigida contra los saharauis, un grupo de activistas separatistas que desean proclamar la independencia de un desolado paraje desértico, alentado por la financiación de Argelia. La idea de los saharauis sólo deja de ser descabellada si se considera que Argelia desea una salida al Atlántico, e instrumenta a este grupo para obtenerla.
 

En realidad, mi crítica estaba dirigida a la izquierda latinoamericana, que teniendo varios conflictos territoriales y separatistas sin resolver en su seno (Zulia, Santa Cruz, la negada salida al mar de Bolivia, los problemas entre Nicaragua y sus países fronterizos), se aventura a tomar partido por un grupo separatista cuyos objetivos son cuando menos dudosos.
 

Fuentes marroquíes han dejado bien en claro que el problema ha causado ya un gran desgaste a las naciones involucradas, y que se resolverá el día que Argelia demuestre voluntad para hacerlo.
 

Las raíces del conflicto se remontan a un acuerdo entre Francia y España, impulsado por otras potencias europeas, en noviembre de 1912, que habilitó a los españoles a ejercer un protectorado sobre el Sultanato de Marruecos, hoy conocido como “ocupación española” de Marruecos por los afectados.
 

Ya durante esa etapa histórica, interrumpida por la Primera Guerra Mundial y reanudada en 1919, los españoles pudieron comprobar en carne propia la complejidad del dilema marroquí, pues se enfrentaban a una población que ni en tiempos del Imperio Romano, ni en épocas de la mayor expansión islámica, habían sentido el peso de autoridad alguna y se mostraban reacios a acatarla.
 

Finalmente Marruecos, tras décadas de anarquía, obtuvo su independencia de Francia en marzo de 1956, y de España, en abril de 1956. Sin embargo, España siguió reteniendo la parte sur de su antiguo protectorado, actitud que generó el problema actual.
 

Luego de la primera fase de la independencia, los nacionalistas marroquíes se basaron en la historia de la región para su reivindicación “el Gran Magreb o “Gran Marruecos”. En tiempos de la dinastía almorávide, estos monjes soldados habían unificado bajo su mando una gran extensión de territorio que comprendía todas las posesiones españolas en el norte de África (Ifni, Villa Bens, el Sahara, Ceuta, Melilla y los islotes) a su vez toda Mauritania, una buena parte de Argelia y Malí, llegando hasta el río Senegal. Esa es la raigambre histórica de los derechos de Marruecos sobre el Sahara. Además, no puede olvidarse que el fin del colonialismo en el territorio del Sahara Occidental, que seguía retenido por España hasta 1975, se debe a una inteligente maniobra marroquí.
 

Para desalojar definitivamente a los españoles de su territorio, Marruecos implementó la estrategia de la Marcha Verde, enviando 350.000 ciudadanos para que ocupen ese territorio. La estrategia liderada por el rey Hasan II, durante la crisis política de la España franquista en la última etapa de la dictadura, fue iniciada en noviembre de 1975.
 

El plan tuvo éxito, y en medio de la agonía del Generalísimo Franco, España debió ceder esos territorios a Marruecos. Fue entonces que aparecieron los intereses expansionistas de Argelia.
 

Argelia entrenó a los marroquíes que integran el Frente Polisario, que supuestamente lucha por la liberación del Sahara Occidental de manos de Marruecos. Nadie insinuó antes de ello la creación de un Estado en esa zona, sólo hasta que se habló de la parte occidental del Sahara, que tiene costa Atlántica. El interés de Argelia es, evidentemente, buscar una salida al Atlántico. Ese es el trasfondo de un conflicto sin visos de solución favorable para los argelinos, dado el respaldo a Marruecos de la Liga Árabe y la aceptación generalizada de su plan de autonomía como epílogo del problema.
 

El frente instrumentado por Argelia para sus propósitos, a su vez, dista mucho de ser compacto, como lo demuestran las manifestaciones de Salek Mohamed Ayad. Fundador del Frente Polisario, Ayad acusa a los líderes saharauis de haberse convertido en un instrumento al servicio de Mohamed Abdelaziz y su clan de sinvergüenzas y ladrones, y por supuesto, también de Argelia, que manipula la causa del pueblo saharaui en su lucha por debilitar a su enemigo histórico, Marruecos.
 

Este saharaui disidente estuvo, como muchos otros, diez años encerrado en las mazmorras del Polisario en Tinduf, a las que describió como “tumbas donde encerraban a la gente y la maltrataban sin piedad”. Según Ayad, la mayoría de los saharauis, tanto de Tinduf como del Sahara Occidental, están en contra de lo que hacen Abdelazis y sus secuaces, que embolsan el 80 por ciento del dinero que se recibe como ayuda internacional, gran parte proveniente de España. Pero el jefe de los forajidos ha impuesto el silencio de los cementerios en sus filas, con la complicidad de medios y adictos.
 

Esta descripción de Ayad refuerza mi idea sobre estos “activistas” saharauis como oportunistas que lucran con la tragedia de los pueblos miserables del África, personajes que para ocultar su verdadero rostro se dedican a insultar, mentir y agredir. Lo han hecho en esta misma columna. Agrediendo por falta de argumentos solo se desnudan como aprendices de dictadores, y no solo beneficiarios de aquellos que viven estupendamente bien gracias a la generosa ayuda internacional y al apoyo de Argelia, mientras los pueblos del Sahara sufren en silencio a causa de estos intereses creados para mantener un conflicto absurdo.
 

A pesar de esta realidad, gran parte de la opinión pública mundial sigue engañada por las proclamas del grupo de forajidos liderados por Abdelazis, quien también cuenta con el fácil respaldo comprado de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos para sus andanzas forajidas por el Sahara. Este engendro de Argel nunca explicó hasta ahora, valga decirlo, porqué toda su familia sigue residiendo en Marruecos sin sufrir represalias.
 

También falta develar el misterio de porqué los saharauis han pasado de tener la piel aceitunada característica de los magrebíes al oscuro de los subsaharianos. Evidentemente, si una cámara ingresa en sus campamentos a preguntar a estos “saharauis” sobre la causa que luchan, no sabrán qué contestar. Las ONG crean aglomeraciones similares en todo el mundo, en Paraguay es frecuente que utilicen así a los indígenas.
 

Ya lo advirtió alguna vez Hermann Keyserling: Ninguna prueba, ninguna rectificación ni desmentido puede anular el efecto de una publicidad bien hecha. El montaje argelino de los saharauis es otro caso de prueba.



Del Chaco Boreal a Katanga y el Sahara


Se ha dicho que la historia debe juzgar el pasado para instruir el presente en beneficio del futuro, aunque muchos pueblos no reconozcan los errores de su propio pasado y pretendan reincidir una y otra vez.

Patricio Lumumba, considerado un mártir del socialismo, había anticipado en enero de 1961 en una carta a su esposa,  que prefería morir con la cabeza en alto, con fe inquebrantable y profunda confianza en el futuro de su país, antes que doblegarse por el maltrato y la tortura para vivir sometido y pisoteando principios sagrados.  Lumumba estaba seguro que algún día su legado sería valorado, y no por la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres.
La historia de Lumumba, Primer Ministro del Congo,  tiene en común con Bolivia y Paraguay más que el paralelismo entre  otros conflictos que, como el del Sahara Occidental, la nefasta historia del colonialismo dejó como legado al África.

Spruille Braden era un diplomático y agente petrolero norteamericano recordado en Sudamérica por haber facilitado con su intromisión, muy a su pesar, el ascenso político de Juan Domingo Perón en la Argentina de la década de 1940. También se lo recuerda por el papel que la cupo en la década de 1930, cuando logró encender la chispa de una guerra entre dos pequeños países sudamericanos, para luego ser el árbitro de la paz.

Al final de aquella matanza entre soldados descalzos, Braden  logró conservar para Bolivia la zona petrolífera del Chaco que desató la disputa, a pesar de la victoria militar paraguaya, porque el país del altiplano ofrecía mayores ventajas a la empresa Standard Oil a la que representaba.  Cuando se instaló la mesa de negociaciones que concluirían en Buenos Aires en julio de 1938,  el Paraguay ya no estaba representado en ellas, dado que el presidente de su comisión negociadora (José Félix Estigarribia) era un enviado del Departamento de Estado Norteamericano que había abandonado la embajada paraguaya en Washington sin conocimiento del gobierno de Asunción, para estar presente en Buenos Aires y firmar los acuerdos que entregaban la zona petrolífera.  El secretario de la comisión paraguaya, Efraim Cardozo, apenas si cumplía el papel de informante a sueldo de Spruille Braden, según este último lo reconoce en sus memorias.

Años más tarde,  tras su enfrentamiento con Perón en Argentina,  fue también Braden el organizador de un comité de apoyo a la secesión de Katanga, región del Congo rica en recursos mineros y diamantes,  aventura que concluiría con el asesinato de Patricio Lumumba.

Con Spruille Braden y la Union Minière cubriéndole las espaldas, el fantoche pro-imperialista Tschombe declaró, poco tiempo después de la independencia del Congo, la secesión de Katanga. Estaba claro que Braden no renunciaba a su costumbre de dibujar fronteras a su antojo en los mapas del Tercer Mundo.

Antes de su definitiva salida de su antigua colonia, los belgas habían desarmado a las unidades de la ANC en Katanga y habían dejado a Tschombe dinero, armamento y algunos instructores militares. No había nada más que hacer. Pero los desórdenes en el Congo y la secesión de Katanga invitaban a la ONU a una intervención.

Ni los yanquis, ni los soviéticos, y ni siquiera los nuevos paises emancipados del Africa deseaban una alteración de las fronteras establecidas. Para todos estaba claro que el potencial éxito de la independencia de Katanga  impulsada por Braden y algunas mineras norteamericanas generaría numerosas guerras en todo África. Las tropas de la ONU, ensimismadas en sus propias querellas y ocupadas principalmente con las revueltas en Leopoldville, no preocupaban inicialmente a Tschombe. Por contra, le intranquilizaban bastante más los Baluba, quienes en el norte de Katanga se habían rebelado contra él con el apoyo de Lumumba. Para someter a los Baluba y consolidar su poder, Tschombe necesitaba condotieros que, al contrario que los instructores dejados por los belgas,  tomaran parte activa en la lucha. 

Los primeros asesinos a sueldo llegaron de aquellas naciones en los que las recién terminadas guerras colonialistas habían dejado mercenarios desocupados: Bélgica, Inglaterra, Sudáfrica, Rhodesia y la Argelia francesa. Su trabajo debían empezar con la instrucción de los llamados "gendarmes de Katanga", reclutados entre las tribus sometidas a Tschombe.  Era un pequeño ejército formado por algunos cientos de blancos y unos dos mil "gendarmes" que, en cualquier caso, estaba muy por encima de los primitivos Balubas, que sólo contaban con armas blancas. Como en todas las guerras entre tribus en África, los enfrentamientos fueron sangrientos en extremo: Con sus tropas de choque, pequeñas, motorizadas y muy bien armadas, los mercenarios europeos sembraron el terror entre sus enemigos, y los Balubas que sobrevivieron el holocausto huyeron hacia el norte. Estas "acciones de liberación"  le valieron a estos mercenarios el mote de "Les Affreux" (Los Terribles). La prensa internacional hacía conocer sus atrocidades, las cuales solo servían para propaganda dado el pánico que sus “hazañas” despertaban en sus enemigos.

Mientras Tschombe  se consolidaba en el territorio apetecido por Braden y las mineras estadounidenses, Lumumba reclamaba cada vez más vehementemente la intervención de las Naciones Unidas en contra de los secesionistas. Pero éstas no se animaban a participar militarmente y se limitaban a exhortar a los mercenarios a que abandonen una lucha que les reportaba fuertes sumas. Ya que el Congo sin Katanga no podía sobrevivir económicamente y la ONU no parecía ofrecer ningún apoyo efectivo, Lumumba intentó atraer el interés de la Unión Soviética. Con ello, consiguió atraer la atención de la CIA quien rápidamente identificó en el General de la ANC Mobutu el representante adecuado para sus apetencias.

Como primer paso para conservar las minas de esa región del África, el primer presidente del Congo independiente Joseph Kasavubu había sido conminado por las potencias colonialistas e imperiales para deshacerse de su Primer Ministro Lumumba, quien fue destituído y reemplazado por Joseph Ileo. Pero Lumumba se resistió y a su vez se ratificó en el mando. Cuentan las crónicas que fastidiado, el mismo Eisenhower dio la orden de matar a Lumumba. Uno de los asesinos enviados para la tarea fue Frank Carlucci, que sería luego secretario de Defensa de Ronald Reagan. 

Con el apoyo de los americanos, Mobutu inició un golpe militar y Lumumba, quien había buscado refugio en un cuartel de la ONU, fue derivado por la fuerza a Katanga por sus mismos anfitriones. Se dijo por entonces que los gendarmes de Tschombe se ocuparon aplicadamente de él. 
En verdad Allen Dulles, que estaba al frente de la CIA, envió un telegrama a su delegado en el Congo Lawrence Davlin con las órdenes explícitas, que lógicamente incluían actuar en el más absoluto secreto. 
Las tropas de la ONU hicieron la vista gorda cuando  tropas del ejército se llevaban a Lumumba para torturarlo brutalmente. Más tarde se supo que se mantuvo firme durante las largas sesiones de torturas y con la moral muy elevada. Al final terminaría en Katanga y, en un descampado en medio de la oscura sabana, iluminado por las luces de los coches de la policía, un escuadrón provisto de fusiles FAL belgas y revólveres Vigneron lo acribilló con una lluvia de balas. 
Un comisario belga que trabajaba para el régimen pelele de Katanga, confesó luego que le ordenaron hacer desaparecer al fusilado y a dos de sus ministros que le acompañaron en la tragedia. El trabajo no fue fácil, tuvimos que despedazarlos, reconoció el verdugo. Su cuerpo fue espantosamente descuartizado para evitar su reconocimiento. Luego disolvieron los pedazos en un recipiente con ácido sulfúrico altruistamente donado por una compañía minera. Los imperialistas no querían dejar ninguna huella del crimen. Inmediatamente comenzó la campaña de desinformación de la prensa adicta al imperio.

Eliminado Lumumba, las potencias e imperios coloniales decidieron que era el momento de enmendar errores y fueron por su títere y lacayo, Tschombé, como probablemente a su tiempo irán los argelinos sobre sus hoy aliados, los saharauis.  En diciembre de 1961, la poderosa aviación de las Naciones Unidas arrasó en un ataque sorpresa a toda la fuerza aérea de Katanga. Y después, renunciando a la intervención de tropas de tierra europeas, echaron mano de sus propios mercenarios. Los Gurkas indios asaltaron Elizabethville, capital de Katanga, y tras largas e inútiles negociaciones, tomaron en 1963 la ciudad minera de Kolwezi, último refugio de los secesionistas.

La parte del león sería para los norteamericanos, quienes lograron instalar en el Congo un gobierno pro-occidental, encabezado por el presidente Kasavubu y el general Mobutu, y enviaron a Tschombe al exilio en España.  ¿Será diferente con el conflicto del Sahara Occidental, o tal vez Abdelazis siga los pasos de Tschombe? El tiempo lo dirá.

Solo podemos citar que en tiempos recientes, en casos similares a Katanga, cuatro zonas de Bolivia ricas en recursos naturales exigieron autonomía del gobierno dirigido por Evo, y amenazaron con separarse de la nación. Según los documentos, fundaciones estadounidenses estuvieron envueltas en estas campañas, habiendo invertido 4.451.249 dólares para ayudar a los gobiernos secesionistas a operar más estratégicamente. 

En Venezuela, el presidente Hugo Chávez tuvo que enfrentar en el 2008 a un plan secesionista en Zulia, y advertir que para lograr esos planes el pais debería ser llevado a una nueva Guerra de Secesión. Entre los grupos separatistas se pueden mencionar a Zulia Libre e Independiente, Nación Zuliana, e Izquierda Republicana del Zulia.  En medios paraguayos subsidiados por la CIA, no hace mucho tiempo se revivió el secesionismo de Santa Cruz, buscando mayores problemas para Evo Morales.

Lo absurdo de todas estas historias es que países sudamericanos que enfrentan separatismos de esta especie se inmiscuyen hoy para respaldar al secesionismo Saharaui, un grupo liderado por personajes calificados por sus mismos ex cofrades como facinerosos que se dan la gran vida con dinero argelino y la ayuda internacional.

No cabe duda que aquellos pueblos que desconocen la historia, están condenados a repetir sus capítulos más trágicos.

Para el Mercosur, es hora de pensar en Marruecos

Heinz Dieterich, ideólogo del Socialismo del Siglo XXI, advertía años atrás que el genial estratega del anti-imperialismo sudamericano Hugo Chávez se había visto obligado a sacrificar su apoyo a las FARC en el póker mundial para sobrevivir. Ello solo para sobrevivir ante una correlación desfavorable que se le presentaba, pocos años atrás. 

Hoy la recomposición del MERCOSUR iniciada con el traspaso de mando a Horacio Cartes en Paraguay, que ha declarado que acepta a Venezuela, obliga a los países sudamericanos a pensar en algunos otros para revitalizar el crecimiento del bloque con el ingreso de más países interesados en integrarse. 

Entre estos países se encuentra Marruecos, territorio poéticamente interpretado como un pedazo de Latinoamérica en Africa por el preclaro líder del Partido del Progreso y el Socialismo, Moulay Ismail Alaoui. Los mejores líderes de este estratégico país, que tiene los pies arraigados en el estratégico estrecho de Gibraltar, plantean al MERCOSUR la posibilidad de acceder a un puerto en Tanger. 

La posición de Marruecos fue siempre apetecida. Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles, ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí que los constructores de la Alhambra son abuelos de los españoles actuales y también de los actuales marroquíes. 

Relata el geógrafo francés Gautier, que hasta no hace mucho y quizá todavía, las familias andaluzas de Marruecos conservan preciosamente guardadas las llaves de la casa ancestral en Sevilla y Granada. Es el territorio donde se refugió la élite del Islam Occidental luego de abandonar España. Al refugiarse en Marruecos luego de abandonar España, el Islam occidental le dotó de alma, esparciendo trozos de Andalucía. Absurdo sería reclamarles certificado de hispanidad. 

¿Cuál es el motivo que separa a Latinoamérica de esta posición tan preciada en la geopolítica mundial? Daría risa si no fuera tan trágico: un grupo de nómadas financiados por Argelia, triste resabio de la odiosa guerra fría, que dicen ser “dueños ancestrales” del Sahara Occidental. 

El líder de estos comediantes, que vive como un príncipe oriental, ha sido denunciado por atroces violaciones de los derechos humanos en Tinduf. Es él quien acapara para su propio provecho las enormes sumas de ayuda internacional que su pueblo jamás ve. 

Pero como no hay mal que dure cien años, sus atrocidades han empezado a ver la luz en España. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz escuchó la semana pasada a dos víctimas del Frente Polisario, Saadani Malainine y Dahi Aguai, presidente de la Asociación de los Desaparecidos del Polisario, así como otros testigos que interpusieron una querella hace seis años contra los dirigentes de esta organización que sigue amenazando con más violencia. 

A estos acusados de cometer genocidio contra su propio pueblo solo para montar una farsa en propio beneficio, es a quienes inútilmente siguen creyendo algunos gobiernos, haciendo que sus compatriotas pierdan mucho más que lo que reciben, con un conflicto en el que ganan muy pocos y demasiado lejos. 

Para el MERCOSUR, es tiempo de pensar en Marruecos....La llave del estrecho de Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana; el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en el estratégico Estrecho de Gibraltar.

¿Porqué el Sahara Occidental es marroqui?


Sahara Occidental: La cuestión vista por @Dreyfusard



Sahara Occidental: Porqué Argelia rechaza el plan de autonomía





Yihad en el Sahara Occidental


Sahara Occidental: Los Títeres de Argelia en el desierto








Sahara Occidental: El Polisario en su hora más negra



Sahara Occidental seguirá siendo marroquí



Campañas de Argelia para desinformar sobre el Sahara Occidental




http://www.menara.ma/fr/2014/08/07/1299330-la-propagande-alg%C3%A9rienne-vise-%C3%A0-occulter-les-atrocit%C3%A9s-commises-par-le-polisario-dans-les-camps-de-tindouf-expert-paraguayen.html






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